CUARENTONGAS... Tragos de ginebra literaria para olvidar presentes

Carlos Riedel17 mayo, 2020

Por Osvaldo Croce y Armando Borgeaud

Mingus

Mingo, que no cree mucho ni siquiera en el azul de ese cielo del mediodía, lleva una bufanda que le cubre la cara completa por el virus. Aprieta en su mano derecha una bolsa de RO 30 en la que viaja una botella de whisky prohibida a raja tabla por el cardiólogo, y una barra de chocolate con maní.

Bajo el brazo del mismo lado, aprieta una docena de discos la mayoría viejos y de tapas sobadas. Va por Justa Lima y después dobla hacia 25 de mayo.

En un rato llegarán al garaje de los Ashby, Leandro Barbieri y su hermano, Lalo Schifrin, Mario Alguer y si no me acuerdo mal, Virgilio Expósito. El lado bueno de las pestes, refunfuña Mingo apurando el paso en la ciudad acuartelada.

Vuelta

Solamente su sonrisa vuela por el aire envirusado. Dobla las esquinas sin necesidad, mira a las hermosas mujeres con sus tapabocas, observa las caras de orto y no consigue hacer feliz a nadie con un par de mentiras que guarda desde entonces, cuando muchos petisos de alma le chupaban las medias.

Se entera de lo que sucede al pasar por la que fue su casa, donde gente desconocida se rocía las manos con alcohol en gel. Viéndolas, piensa en cómo las podría embaucar en negocios de mala traza. Se va la sonrisa, al ritmo de las olas que se llevaron su cuerpo hace mucho tiempo y más olvido.