"Ven vamos ahora..." por Guillermo Rivelis

Carlos Riedel21 febrero, 2023

"VEN VAMOS AHORA
Que no hay tiempo que perder
Si puedes hazlo ahora
Ni mañana ni después"

"Caminando y cantando", bella canción que interpreta, entre otros, Ana Belén.

No hay tiempo que perder para decirle NO a la guerra.

"La" guerra que son muchas sobre la superficie del planeta.

Datos de UNICEF de hace diez años revelaban que doscientos cincuenta millones de niños viven en zonas de guerra.

Probablemente, ese ominoso número haya aumentado.

Tantas veces nos preguntamos: "¿Y yo que podría hacer?".

Y la respuesta que más frecuentemente nos damos es: "nada".

Respuesta que, simultáneamente, frustra y alivia.

Es decepcionante no poder intervenir.

Y también es una especie de refugio y justificación.

Ocurre que hay cosas que podemos hacer.

Levantar la voz cada vez que tenemos oportunidad, opinar, decir, firmar solicitadas y condenas sociales, acercarnos a un lugar donde hay una convocatoria de repudio a la guerra o a las guerras, no pretender otorgarles sentidos lógicos y admisibles.

Pero, muy especialmente, hay algo que cotidianamente podemos hacer.

Las guerras, conducidas por apetencias inconmensurables de poder y riqueza, ocurren en un mundo que está en guerra cotidiana.

En guerras cotidianas.

Por la medianera.

Por quién chocó a quién con el auto.

Por qué barra es más poderosa que otra.

Por quién sube antes al colectivo.

Por quién impone "su" razón (que deja de ser "razón" en cuanto es impuesta) en una discusión muchas veces anodina.

Y todos podríamos poner innumerables ejemplos.

Podemos, por lo tanto, dejar de hacer entre nosotros esa guerra cotidiana.

Podemos construir relaciones pacíficas y comprensivas.

Podemos visualizar al otro ser humano como nuestro semejante.

Compadecernos con su dolor, que es el nuestro.

Regocijarnos con su alegría.

Porque, como planteaba Henri Bergson (1859 - 1941), toda alegría es un triunfo de la vida.

En un intento de poesía, escribí en la última estrofa de una entrega anterior:

"O detenemos ahora
El frenesí de locura
O las olas furiosas
Secuestran la vida"

El frenesí de locura alcanza, probablemente, en la guerra su máxima expresión.

Pero está presente en esta cotidianeidad de guerras informales (algunas declaradas y otras no) de las cuales somos testigos y, con cierta frecuencia, partícipes en diferentes niveles y maneras.

Porque este frenesí de locura cotidiana, funciona de contexto para "la peor inmoralidad de la civilización, que es la guerra" (Miguel Savage, soldado argentino sobreviviente de la guerra de Malvinas).

Y, muy particularmente, este frenesí de locura cotidiana nos está secuestrando nuestra vida cotidiana y socavando hermosos vínculos que podríamos construir.

Y está en nuestras manos producir un importante cambio en lo cotidiano.

No creo cierto, entonces, que no podamos hacer nada.

Sin excusas, podemos hacer mucho.