"Desierto Verde"

Carlos Riedel10 noviembre, 2013

El modelo agroindustrial predominante y las graves consecuencias que provoca en la salud humana, el medio ambiente y el futuro alimentario mundial, son los ejes de “Desierto verde”, una minuciosa investigación documental de Ulises de la Orden, que entrevistó a partidarios y detractores del sistema en Argentina, India, Francia, China y Estados Unidos.

Desierto Verde

“El modelo sojero es la expresión más clara del capitalismo. Estamos atrapados por este sistema productivo que, sin embargo, es parte de una gran retórica, porque el 50 por ciento de la soja que se produce es para forraje, otro 30 por ciento para biodiesel y sólo el resto se usa para el consumo humano, a través de aceites y otras sustancias”, afirmó el director de “Río arriba” y “Tierra adentro”.

El monocultivo de soja ocupó en los últimos 15 años más del 50 por ciento de la superficie sembrada del país, desplazando a la ganadería y a los demás cultivos relacionados con la generación de alimentos, lo que provocó además que unos 300 mil pequeños y medianos productores perdieran sus explotaciones agropecuarias.

De esa manera, los conglomerados agrícolas, los laboratorios y otros actores de la llamada agroindustria comenzaron a dictar la agenda pública en lo referido a la alimentación y a la producción agropecuaria en la Argentina, así como en muchos otros países del mundo.

Desierto Verde

En la película, De la Orden revela los aspectos ocultos de este sistema global de producción de alimentos y descubre algunos de los mecanismos actuales de la industria agropecuaria, a partir de los cuales plantea la necesidad imperiosa y urgente de visibilizar problemas asociados a este negocio, como la deforestación, la desertificación de los suelos y la contaminación con agroquímicos.

El director registra lo ocurrido en el Barrio Ituzaingó, una población cordobesa rodeada de campos de soja donde las fumigaciones con agroquímicos provocaron cáncer (y la muerte) a numerosos vecinos, un caso que se convirtió en el primero en llegar a un juicio, donde quedó demostrado cómo los pesticidas provocan además malformaciones en algunos niños y otras enfermedades.

En una entrevista con Télam, De la Orden recordó que justamente se decidió a realizar su tercer largo documental -con Mariano Starosta como encargado de la investigación- cuando un amigo suyo le contó que su nieto había nacido con una malformación, a causa de la contaminación por agrotóxicos en la localidad bonaerense de Pergamino.

“Descubrimos que en todos los pueblos de la pampa sojera (desde Bahía Blanca hasta Formosa) aparecieron casos de leucemia, cáncer y distintos tipos de malformaciones. Pobladores y médicos de esos pueblos advertían de este problema. Y a partir de eso empezamos a entrevistar a algunos críticos del modelo agroindustrial, investigadores y científicos”, recordó.

“Queríamos escuchar todas las voces e incluso entrevistamos a personas que defienden el modelo. Es un problema muy complejo discutir este modelo agroindustrial porque, entre otras cosas, trae miles de millones de dólares al país, aunque también está generando esta gran contaminación”, señaló el cineasta sobre las paradojas que encierra la lucha contra los efectos de este sistema.

Desierto Verde

En ese sentido, De la Orden sostuvo que hablaron con políticos, médicos y científicos “para legitimar con la mejor voluntad las dos posiciones, a favor y en contra, con la certeza de que en ese contraste iba a surgir la verdad que la película propone, para que el público pudiera salir de la sala pensando y reflexionando”.

El director explicó que “al discurso único y a las razones que parecen verdades reveladas, tuvimos que buscarle una oposición inteligente para mostrar sus pliegues y falsedades. En el fondo, son relatos que intentan justificar un modelo que contamina, desertifica, desmonta, vacía los campos de gente y genera grandes concentraciones de desocupados en las ciudades”.

“Este modelo piensa al campo como una fábrica pero la matriz de producción de esa fábrica se va perdiendo. Los campos empiezan a rendir menos y hay que aplicar cada vez más químicos fertilizantes y pesticidas. Los pueblos fumigados que antes eran vida agrícola ya no existen más. Están generando un desierto verde”, advirtió De la Orden.

Y agregó: “La herramienta para torcer este modelo se llama política. Es ahí donde tiene que intervenir el Estado. Pero el problema es que el Estado se financia a través de este modelo. La única forma de propiciar un cambio real es consumiendo menos, hay que decrecer y parar de consumir”.

“Hay una corriente de resistencia a este modelo, pero es mínima. Hay modelos de producción sin agroquímicos, aunque requieren más trabajo porque se rigen por la agroecología, que necesita de un análisis local de factores meteorológicos, de la tierra y de las necesidades alimentarias de la población. Aunque es cierto que cada vez hay más gente que tiene sus propias huertas y cultivos”, destacó.

El director subrayó que “esa es la raíz de la soberanía alimentaria. Es lo opuesto a la unicidad del monocultivo sojero, porque la agricultura agroecológica propone una gran diversidad y heterogeneidad que implica mucho más trabajo para la gente y mucha más vida. En cambio con la agroindustria cada vez hay más desiertos verdes y grandes territorios vacíos”.

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(Telam)