¿QUÉ HACEMOS? por Guillermo Rivelis

Carlos Riedel14 octubre, 2021

El asesinato en Quilmes de un joven de diecisiete años, perpretado por otros jóvenes (se verá el grado de compromiso de cada uno), nos conmovió profundamente a muchísimos de los que vivimos en este hermoso y castigado país.

Acontecimientos atroces como este y muchas otras cosas: niveles aberrantes de pobreza e indigencia, falta de trabajo, deterioro del salario, jubilaciones vergonzosamente paupérrimas, desigualdades lacerantes, inequidades educativas… Situaciones todas, y otras, que hieren el equilibrio personal, la salud física y mental.

Un interrogante, de difícil desarrollo y respuesta, emerge en mí inmediatamente: ¿país castigado por quiénes?

Las respuestas que, espontáneamente y a borbotones, se me presentan no terminan de convencerme: los delincuentes, los políticos, los militares, los jueces y fiscales, los gremialistas, los empresarios, los dueños de la tierra, todos…

No sé. Es mi respuesta más auténtica.

Y entiendo que el análisis, para resolver las situaciones y no para agotarse en debates académicos, debería ser serio, responsable, con la participación de científicos de distintas disciplinas, de representantes de los ciudadanos. Y fundamentalmente debería ser un análisis hecho con voluntad real de cambio, de intentos de soluciones, de decisión de puesta en marcha concreta de acciones.

En tanto eso ocurre, si es que ocurre, nosotros, quienes vivimos a diario tratando de hacer las cosas de la mejor manera y respetuosos del contrato social que suponen las leyes en una Nación, ¿qué hacemos?

Surgen ideas con las que, clara y sinceramente, no estoy de acuerdo. Por ejemplo, auto - organizarse, armarse.

La espiral de violencia va al infinito. Difícilmente la violencia se detiene con violencia.

En el Estado Moderno, es el Estado quien tiene el monopolio de la fuerza. Una fuerza encuadrada en la ley. Recurso para que la transgresión a la ley (el delito) no ponga en riesgo a quienes el Estado debe proteger. Si el Estado no lo hace, entonces, me atrevo a decir que está ejerciendo "violencia simbólica" (que, necesariamente, se traduce en real) contra quienes debería proteger.

Es cuestión de los legisladores revisar leyes, corregirlas en caso de considerarlas erróneas y generar nuevas leyes. Si alguna vez se deciden a hacerlo, espero que sea con el debido asesoramiento de personas como las que mencioné anteriormente, para que lo que legislen no responda a caprichos, a fanatismos, a estados de ánimo, a lealtad a sectores políticos, a extremismos y extravagancias.

Entonces, nuevamente, nosotros, ¿mientras tanto?

Porque una mirada hacia afuera de nuestro país, nos muestra un mundo con una distribución desigual de las vacunas contra el covid, guerras (datos de Unicef de hace algunos pocos años indican que doscientos cincuenta millones de niños viven en zonas de guerra), contaminación ambiental, disputas por el poder geopolítico, entre otras cosas.

Y porque ya sabemos, o deberíamos saber, que nada de eso es consecuencia de causas naturales o sobrenaturales sino que se trata de producciones humanas.

MIENTRAS TANTO, entonces, podemos pensar que la humanidad está putrefacta, que es la peor especie sobre el planeta, que el hombre es el peor enemigo del hombre, que es imposible desmontar la inmundicia que se ha generado, que no hay arreglo, que el futuro será cada vez peor.

Y respecto de nuestro país, podemos pensar todo eso y agregar que en nuestro ADN está inscripta la corrupción, que no nos gusta el trabajo, que como no hemos sufrido lo suficiente (por ejemplo, por no haber vivido en nuestro territorio continental grandes guerras) no sabemos valorar la vida y el esfuerzo, que los políticos han vaciado irremediablemente las arcas y que sólo nos cabe el orgullo de contar con algunos astros deportivos.

Frases (las escritas en los dos últimos párrafos) reiteradamente dichas y escuchadas.

Quienes las pronuncian suelen estar convencidos de ser "objetivos", de ser fieles observadores de la realidad, de estar viendo claramente "las cosas como son", de estar diciendo una verdad irrefutable.

O MIENTRAS TANTO, podemos intentar pensar de otra manera.

Personalmente, respeto esas frases y a quienes las pronuncian. Pero no las considero verdades incontrastables, sino maneras de pensar. Y hay otras y distintas maneras de pensar.

Considero un problema "melancolizarse", que es lo que subyace, así lo entiendo, a esas frases. Sentir que nada tiene arreglo ni salida y que el "mal" es irremediable. Y considero aún más problemático tratar de convencer a otros de eso y/o plantear que es "ridículo" pensar otra cosa y tener esperanza respecto del futuro y de la posibilidad de cambio.

La esclavitud era una forma habitual y legal de la producción en la antigüedad y aún en lo que se denomina Edad Moderna y Edad Contemporánea. La Asamblea de 1813 decretó la libertad de vientres entre nosotros y la Constitución Nacional de 1853 abolió la esclavitud. Si bien existe de hecho en distintos lugares del mundo, como explotación y trabajo no legal forzado, o como consecuencia de deudas, hoy, la esclavitud es ilegal en la mayoría de los países. Aun en condiciones laborales que mucho podrían mejorarse, no es lo mismo un trabajador de la actualidad que un esclavo de la antigüedad o un siervo de la gleba.

Hoy, no consideramos el castigo corporal a niños como un método educativo justo.

Hoy, está severamente cuestionado y reprobado el racismo.

En Argentina, por primera vez desde 1930, tiene lugar una continuidad democrática sin interrupciones de casi treinta y ocho años.

Y podríamos seguir enumerando situaciones que muestran una línea constructiva y de progreso en la humanidad y también en nuestro país.

Esta es otra forma de pensar.

Como es otra forma de pensar, considerar a grandes creadores que ha tenido y tiene la humanidad en el arte, la ciencia, la educación, a millones de personas que en diferentes áreas trabajaron y trabajan con responsabilidad, a tantas personas solidarias y a millones de seres humanos que diariamente entregan lo que construyen.

Entonces, en este "mientras tanto", presentado renglones más arriba, podemos plantear determinadas ideas u otras y actuar en consecuencia.

Podemos cerrarnos, aislarnos como supuesta defensa, renunciar al diálogo, cada uno ocuparse exclusivamente de sí mismo y, a lo sumo, de los más inmediatos, vivir enojados, desistir de cualquier acción conjunta con otros, intentar anestesiarnos, dar todo por caducado y decidir no intervenir en la realidad social.

O podemos intentar abrirnos, intercambiar con el prójimo, sensibilizarnos con el sufrimiento de otros y buscar alguna forma, aun mínima, de contribuir a paliarlo, establecer vínculos sinceros y solidarios con otras personas, tratar de llevar a la práctica alguna actividad creativa - recreativa sin "medirnos" por el "desempeño", transmitir a otros lo que sabemos por haberlo aprendido, colaborar en el aprendizaje de la lectoescritura con alguien que no sabe leer y escribir, acompañar a una persona que está enferma o que no se siente bien, escuchar a quien necesita ser escuchado, participar con otros de acciones conjuntas, bregar por nuestros derechos, expresarnos aun estando en disidencia con líneas de pensamiento hegemónicas, decir nuestras verdades.

Son formas, son alternativas, son maneras de procesar el presente y plantear el futuro. Son distintas actitudes ante lo difícil. Son posicionamientos en la vida. Son las diferentes posibilidades a las que podemos acceder y podemos ejercer porque pertenecemos a la especie humana dotada de la formidable capacidad de decidir.