El pedido de disculpas tiene como condición previa el reconocimiento de una culpa.
El reconocimiento de una culpa tiene como condición previa la capacidad de sentir culpa.
El sentimiento de culpabilidad responde a una capacidad, dado que se deriva de una crítica que una persona hace de sí misma o de alguna acción que ha realizado.
Es decir, una autocrítica.
La autocrítica responde a la conciencia moral.
La conciencia moral puede estar bien instalada en una persona, exagerada y severamente instalada o débilmente instalada.
En el primer caso, la persona siente culpa cuando realmente ha cometido una falta.
Entonces, pedirá disculpas y realizará una acción reparatoria, compensadora.
En el segundo caso, la persona siente culpa ante acciones que ha llevado a cabo y que no son lesivas para otras personas.
También por fantasías agresivas que no se traducen en acciones.
Estas dos situaciones se corresponden con algún tipo de neurosis que tiene al sentimiento de culpa como característica fundamental.
En el tercer caso, la persona no siente culpa en situaciones en las que el desarrollo del sentimiento de culpa está justificado.
Entre otras, señalaré dos cuestiones que, como consecuencia de una conciencia moral débilmente instalada, no dan lugar al desarrollo del sentimiento de culpa.
Una cuestión se refiere a personas con características manipulatorias.
La persona manipuladora no siente culpa por su manipulación, aun siendo consciente de la misma.
La otra cuestión se vincula con el fanatismo.
La persona fanática está convencida de su razón.
No está en condiciones de pensar que lo que hace puede ser dañino para otros.
Más bien, se considera un “generoso” que quiere imponer sus criterios porque serán beneficiosos para un conjunto de personas.
Esperar el pedido de disculpas por parte de una persona manipuladora o fanática es como pedir peras al olmo.