"Nosotros" y la marcha de la historia por Guillermo Rivelis

Carlos Riedel16 mayo, 2022

"Los dueños de las dudas
En la vereda de enfrente
están los dueños de la verdad escriturada,
los propietarios de la seguridad
del ignorante;
de este lado estamos nosotros,
los dueños de las dudas
sentados a una larga mesa en llamas.

Somos
los que sabemos que no sabemos.
Los que sabemos que no es luz esta claridad.
Que este permiso no es la libertad,
que este mendrugo no es el pan
y que no existen una sola realidad
ni una única verdad.

Somos
los hijos de los profetas
pero también de aquellos
a quienes los profetas maldecían;
somos
los que desafinan en los coros de los istas.

Somos
los que confían en la marcha de la historia
sin darla por sobreentendida.
Escépticos y optimistas,
compartimos el pan de la duda,
sentados a una larga mesa en carne viva".

Eliahu Toker (1934 - 2010), escritor argentino, es el autor de esta hermosa poesía.

"La vereda de enfrente" no significa la vereda del enfrentamiento, sino que marca una diferencia entre formas de sentir y pensar.

La mesa a la que estamos sentados quienes dudamos está en llamas.

Quienes dudamos somos "nosotros", este "nosotros" al que me vengo refiriendo, aludido en el varias veces citado en estos artículos poema "Los justos" de Jorge Luis Borges ("Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo").

Ese "nosotros" claramente representado en el poema de Eliahu Toker.

"Nosotros", los que estamos alejados del poder y de las disputas por el poder, que no participamos en la toma de las macro - decisiones, pero que somos afectados por el poder, por las disputas por el poder y por las macro - decisiones.

Nuestra mesa está en llamas. No necesariamente porque nos vayamos a quemar, sino porque las llamas duelen.

Y estamos en "carne viva" porque el dolor es mucho, porque somos sensibles, porque no somos indiferentes, porque no estamos anestesiados.

Pretenden explicarnos cosas. En reportajes, en mensajes en redes, en declaraciones, en intervenciones magistrales… Pretenden que tengamos "claridad". Suele ser la supuesta claridad que necesitan para seguir haciendo lo que en realidad tiene sus fundamentos en oscuridades. Por eso no es luz.

Nos piden adhesiones. Intentan inducirnos a la libertad de "elegir - los". Tenemos ese "permiso".

Pero la libertad no es una autorización. Es un derecho natural. Y dado que este derecho natural ha sido (y es) sistemáticamente desconsiderado, la libertad requiere de una construcción social y personal para poder ser.

Contextos democráticos pueden (y deben) favorecer el ejercicio de la libertad. Pero no lo garantizan. Es necesario un trabajo.

La libertad supone "el pan". El "mendrugo" implica dependencia, no libertad.

Porque sabemos que no sabemos, no somos ni ignorantes ni soberbios.

Estamos dispuestos a aprender.

Pero sabemos diferenciar entre aprender y dejarnos convencer.

Porque podemos diferenciar entre "maestros" y "propagandistas".

Aunque la insistencia interesada a veces nos produzca desconcierto y confusión.

Puede ayudarnos, en tal sentido, saber que quienes pretenden exponer una única realidad y una única verdad no son quienes desean y pueden enseñar.

Y sí… somos hijos de los profetas y también de las personas a quienes los profetas maldecían.

Y tal vez, hoy, los profetas nos considerarían sus hijos y, a veces, nos maldecirían.

Porque somos humanos y, como tales,contradictorios. Capaces de acciones constructivas y bondadosas y también de otras que no lo son.

No nos molestan quienes adhieren a "ismos". Políticos o de cualquier otro tipo.

Ocurre que no participamos, y tal vez no tenemos las condiciones para participar, de "coros" (en sentido figurado), es decir, de adhesiones acríticas y no suficientemente pensadas y evaluadas.

Tenemos esperanza, somos optimistas, y, por momentos, se nos escapan y nos ponemos escépticos.

Optimistas y escépticos. Esas dos cosas somos. Y muchas más.

Así como la libertad, en nuestras sociedades, requiere un trabajo y una construcción, también lo requiere la esperanza .

Estamos en llagas. Aun así, porque dudamos y porque reconocemos y aceptamos dudas, porque no damos por sentados sobreentendidos y porque no nos sometemos a supuestos esclarecidos que pretenden anticiparla, confiamos en la profundidad (y no en la apariencia) de la marcha de la historia.