“LIBERTAD DE TODOS Y CADA UNO” por Guillermo Rivelis

Redaccion General24 noviembre, 2025

“La perfección de la sociedad está en la libertad de todos y cada uno”.

Palabras de Pierre Leroux (francés, 1797-1971) tendientes a buscar la superación de una complicada oposición entre individuo y sociedad, individuo y asociación.

Oposición que merecía los desvelos de los autores dedicados a las incipientes ciencias sociales del siglo XIX.

Y que, notablemente, amerita la preocupación de científicos, políticos, actores sociales, en la actualidad.

No aspiramos a una sociedad perfecta. Sí, a una sociedad perfectible; es decir, con espacio para cambiar y mejorar.

Junto a esa aspiración, la aspiración que fundamenta en inmensa medida la vida de los seres humanos: la aspiración a la libertad.

Y como la frase elegida plantea “la libertad de todos y cada uno”, me veo en el compromiso de explicitar en términos concretos, de clara base empírica, qué considero “libertad” del “individuo” dentro de la “asociación”.

intentaré una enumeración minima:

Posibilidad de cada ser humano de disponer de un trabajo suficientemente bien remunerado.

Buena (en cantidad y calidad) alimentación.

Acceso socialmente facilitado a la salud.

Vivienda segura y confortable.

Acceso socialmente facilitado a la adquisición de conocimientos en todos los niveles del sistema educativo.

Derecho inalienable a vivir según su propia personalidad, principios y valores, en tanto no impliquen perjuicio para otro u otros.

Posibilidad de expresar las propias opiniones y elegir los grupos de pertenencia (políticos y otros), aún cuando puedan ser distintos a las ideas y proyectos de quienes ejercen transitoriamente el poder.

Derecho inalienable a hacer conocer, por distintos medios, los propios criterios e ideas.

Puesta en práctica de actividades económicas o de otra índole, en tanto estén encuadradas dentro de lo permitido por las leyes de la nación.

Reitero, enumeración mínima.

No hemos resuelto aún la difícil articulación individuo-sociedad, individuo-asociación.

Tampoco, la posibilidad de goce de los mínimos y elementales derechos “para todos”.

El proceso que transitan las ciencias sociales no se corresponden con el impresionante desarrollo de las cuestiones tecnológicas.

Y mucho menos aún se corresponden con dichos avances los logros mínimos que definen, según mí criterio, la libertad de los individuos en el sistema social.

Creo que debemos ser claros: están sin resolver los conflictos planteados en el siglo XIX.

Ser claros implica ser conscientes.

Y la toma de conciencia, muy dolorosa a veces, y por eso muy a menudo evitada, es una condición de necesidad para plantearse y, tal vez lograr, aún parcialmente, los cambios reales y necesarios para que sea una verdad inexorable “la libertad de todos y cada uno”.