Tantas veces fue ocultada, secuestrada, reprimida, elevada a estatuto de absoluta para evitar su real esencia, vilipendiada, manipulatoriamente parcializada, cercenada, despreciada, disociada, negada, desestimada, desmentida...
Torturada, condenada, enviada a la hoguera.
Ejemplificar podría no tener fin y, especialmente, podría presentar una visión de supuesta parcialidad respecto de quien escribe esto.
Hablo de actitudes derivadas de una parte de la condición humana, es decir, de cada ser humano.
Todos y cada uno.
No considerar que esta es una tendencia posible en cada ser humano y en la humanidad nos pone en riesgo.
En riesgo porque la creencia, de una persona o de un grupo de personas, de muchos, de estar exentos de esa posibilidad hace que se suponga que otros poseen el total de esa tendencia.
Y eso, necesariamente, genera violencia.
Si eso sucede a uno y a otro, la violencia configura redes tan complejas como manifiestas.
Afortunadamente, y por más que los protagonistas no la busquen, la verdad, como el agua, siempre se muestra.
Inevitablemente se descubre a sí misma y aparece serena o disruptivamente.
Impregna la vida.
Entonces, en ese entonces, los seres humanos tendrán que ver qué hacen con ella.