“LA ASTUCIA NO ES INTELIGENCIA” por Guillermo Rivelis

Redaccion General8 octubre, 2025

Astucia: ardid, artificio. Cualidad de astuto.

Astuto: agudo, hábil para engañar o para evitar o para lograr artificiosamente cualquier fin.

Astutamente: llevado a cabo con astucia.

El Diccionario de la Real Academia define: “Inteligencia: entendimiento, capacidad de entender…”

La noción de inteligencia ha sido definida de diferentes maneras por distintos autores en el campo de la Psicología. “Capacidad de comprensión”, “capacidad para resolver problemas”, por ejemplo, han sido algunas de ellas. Las escalas numéricas que cuantifican “nivel intelectual” e integran los resultados cuantitativos en franjas cualitativas ponen en evidencia una concepción de inteligencia y han sido utilizadas de diversos modos: por algunos profesionales para tener una visión relativa del “funcionamiento intelectual” de una persona (muy frecuentemente niño/a o adolescente) a los fines de programar una serie de recursos para ayudarla a aprender y a “progresar”, en la medida de lo posible; y por otros profesionales para organizar situaciones (por ejemplo distribución de los alumnos en los cursos) induciendo (con o sin intención) a la rotulación de las personas diagnosticadas con la consecuente tendencia (probablemente como efecto no deseado) a la inmovilidad y a la permanencia en determinado lugar dentro de un grupo.

Textos de Jean Piaget nos enseñaron a entender la inteligencia como un proceso de construcción que adquiere características peculiares en las distintas etapas del desarrollo -estadios-. La inteligencia tal como la presenta la psicología genética no se define por presencia o ausencia, sino por lógicas y rendimientos diferenciales sobre la base de un mecanismo constante -invariantes funcionales: organización y adaptación (que articula asimilación y acomodación)-.

Compartimos la noción de distintas modalidades de la inteligencia que implican diferentes modos de aproximación, entendimiento e intentos de resolución de situaciones.

Tomaremos, entonces, algunas decisiones que nos llevarán a definiciones por estipulación.

Diferenciamos la idea de ‘capacidad intelectual’ (aquello que, en términos de la psicología podría denominarse ‘coeficiente intelectual’) de la noción de ‘inteligencia’.

Las nociones de capacidad intelectual y coeficiente intelectual remiten a una medida y a una forma de rendimiento. Por ejemplo, cuando se homologa inteligencia a capacidad intelectual o coeficiente intelectual, suele considerarse que la inteligencia permite elegir las mejores opciones para resolver una cuestión.

Pero, habitualmente, o bien nada se dice respecto a qué se considera ‘mejor’ (o ‘mejores’) o bien se aclara o se da por hecho que lo ‘mejor’ es lo más eficiente lo que más logradamente consigue un objetivo.

No se hace referencia, en general, a la dirección, a los fines en que se orienta esa capacidad que se denomina ‘inteligencia’.

Por ello preferimos reservar la palabra ‘inteligencia’ para designar no sólo la capacidad, sino el sentido en que es puesta en juego.

Reproduciremos un fragmento del libro Freud. una aproximación a la formación profesional y la práctica docente: (Rivelis, Guillermo, Noveduc, Buenos Aires, 2009):

“La inteligencia es amor, la inteligencia es Eros.

Ser inteligente implica comprender que el otro humano, el semejante, es un compañero en el despliegue de la vida.

Por lo tanto, la destructividad no es inteligente.

No es posible ser ‘malo pero inteligente’.

En todo caso se pueden tener capacidades mentales potenciales orientadas hacia la aniquilación del otro, de las ideas, de la vida.

Pero la inteligencia supone bondad, supone valoración de la vida, supone aceptación del misterio de la muerte (aceptación del misterio implica renunciar a intervenir anticipando en los hechos la muerte de otros o la propia).

Inteligencia supone darse cuenta que atentar contra un ser humano es atentar contra la humanidad y, por lo tanto, contra la propia persona de quien atenta contra otro.

Inteligencia es entender que intentar humillar, avergonzar, someter,despreciar a otro ser humano es demoledoramente empobrecedor.

La soberbia es un recurso de debilidad y de escasez intelectual.

Inteligencia es comprender que la inteligencia del otro estimula y potencia la propia y que la complementación de inteligencias es un motor, un recurso ineludible y un principio ético fundamental del proceso de humanización”.

Globalmente, están claras las diferencias entre astucia e inteligencia, teniendo en cuenta las definiciones aportadas.

Dos cosas son importantes de remarcar.

1. El campo de aplicación de una y otra, vinculados a los objetivos de las mismas.

La astucia se despliega en el ámbito de la declarada o disimulada dominación.

Muy frecuentemente, disimulada dominación, disimulada, precisamente, con astucia.

¿Por qué dominación?

Porque se trata de lograr objetivos, generalmente no declarados, para los cuales “los otros” han de cumplir una función que desconocen.

“...lograr artificiosamente cualquier fin”

Artificiosamente significa “de manera artificiosa”.

Y artificiosa significa poco espontáneo, sin naturalidad, falso, ficticio, artificial.

Por eso, el campo de aplicación es el dominio.

La astucia tiende al logro de objetivos que implican ventajas para quien/es los llevan a cabo y, muy probablemente, perjuicios (más o menos observables) para otras personas, incluidas las que han participado padeciendo el artificio.

La astucia podría estar ligada a la consecución de objetivos sexuales y/o de autoconservación, en términos de pulsiones de vida.

Y también puede estar vinculada a las pulsiones de muerte como forma sutil de agresión a otros, buscando causar daño o ejercer poder sin exponerse al riesgo del conflicto y del castigo.

Habitualmente, cuando la astucia tiene a otros por “servidores” a los efectos de la consecución de un fin, es una silenciosa expresión de la pulsión de muerte.

La inteligencia tiene un campo de aplicación muy distinto.

Sintetizando (no en el sentido de brevedad, sino de articulación de variables), el campo de aplicación de la inteligencia es el descubrimiento.

Por lo tanto, la investigación a los fines del conocimiento y de la aplicación provechosa del mismo.

Se requiere inteligencia y no astucia para producir un hecho científico, para crear un nuevo recurso a los fines de la vida y el crecimiento, para profundizar en el análisis de una situación (social, por ejemplo).

2. Una segunda gran diferencia tiene que ver con principios éticos.

El logro de cualquier fin, el engaño, el procedimiento artificioso desconocen principios éticos.

Importa el resultado y no el medio por el cual fue conseguido.

Medio que puede incluir la utilización de personas que, muy probablemente, desconocen el fin al que están sirviendo.

La inteligencia es Eros. Es pulsión de vida. Es bondad.

Supone reconocimiento y valoración del otro humano.

Es la profunda comprensión de la semejanza fundamental que nos une.

Es el entendimiento claro respecto de que el bienestar del otro implica mi bienestar.

Y el malestar del otro me compromete.

Es poder ver que los seres humanos estamos liberadoramente encadenados, vinculados, compartiendo destinos, potenciándonos recíprocamente para el desarrollo de nuestras más hermosas cualidades y posibilidades.

Ninguna actividad humana está exenta de valor.

Esto vale, y con mucha validez, para la actividad de escribir.

Estas líneas no pretenden ser ingenuas, no valorativas, puramente descriptivas.

Tienden a un fin, a un propósito.

Para no tomar una posición astuta, hago explícito tal propósito.

Seguramente que, muy parcialmente, están dirigidas a contribuir a que quienes me hagan el honor de leerlas, tengan un instrumento más, dedicado a poder diferenciar acciones astutas de acciones inteligentes.

Muy especialmente, para poder aplicar este recurso, con tal objetivo, a la consideración, análisis y evaluación de las actividades y actuaciones de personas que intervienen en el medio social.

Por ejemplo, en el medio político, como gobernantes, como opositores, como candidatos a gobernar.