ENVIDIAS por Guillermo Rivelis

Redaccion General22 marzo, 2025

La ingratitud, o aquello que se siente como ingratitud, nos produce habitualmente una serie de sentimientos básicamente angustiantes.

Ver y reconocer la ingratitud nos da la posibilidad de trabajar para intentar elaborar tales sentimientos.

Hanna Segal, discípula y prologuista de Melanie Klein (psicoanalista inglesa, 1882 - 1960), desarrolla de manera espléndida el problema de la ingratitud.

Plantea, siguiendo desarrollos de su maestra, que cuando una persona no puede acceder a la posibilidad de gratitud queda “fijada” en el sentimiento de envidia.

Ocurre, entonces que, cada vez que debería sentir gratitud, siente envidia.

Malinterpreta lo que se le ofrece y considera que quien le “ofrece” lo que necesita está, en realidad, mostrándole lo que puede y posee y dejando de manifiesto lo que la otra persona no puede y le falta.

El maltrato hacia lo que se le ofrece es un claro indicador de esa posición envidiosa.

La envidia es uno de los sentimientos más destructivos.

Porque la persona que envidia no pone el centro en conseguir lo que el otro tiene, sino en desear y hacer para que ese otro no tenga lo que tiene.

Para ello, lleva a cabo acciones que pueden ir desde la pretensión de romper lo que el otro tiene hasta direccionarse en la posibilidad de destruir al otro (que posee).

Todos podemos tener momentos transitorios de envidia o cuestiones que envidiamos particularmente.

Se trata de poder reconocer este negativo sentimiento para poder elaborarlo y calmar el mundo interno, lo que conducirá a actitudes más racionales y no destructivas.

La calma que una persona con envidia logra y siente por medio de dicho reconocimiento y dicha elaboración es inmensa.

Con el tiempo, puede llegar a no explicarse cómo pudo detentar un sentimiento tan confuso y destructivo que le ha hecho mucho mal a otra persona y a sí misma.

Muchas veces nos preguntamos qué podemos hacer para contribuir a mejorar nuestra vida y nuestra sociedad, que nos parece tan lejana e inabordable.

El trabajo de elaboración de nuestras “envidias”, trabajo difícil pero posible, está en nuestras manos.