De Teatros y Cines en el Zárate del 1900

Carlos Riedel2 diciembre, 2023

Por Arq. Silvia Irene Baccino... Caminar por el “Centro” de Zárate nos permite pasar revista a sus calles y tomar nota de los cambios habidos en ella: comercios que han cerrado; otros nuevos que abrieron o que constituyen evolución o transformación de los mismos; algunas edificaciones nuevas; construcciones viejas demolidas total o parcialmente…

En esta MIRADA HACIA EL PASADO ZARATEÑO la atención está puesta en un determinado tipo de espacios culturales y de entretenimiento que para la memoria de los lectores de mayor edad tuvo un significado especial dado que constituían la única ventana abierta al mundo para vivir otras vidas, contemplar otros seres y sentirse protagonista por un rato: los cines y teatros. Pero como nada es para siempre, muchos de estos establecimientos que crearon en Zárate una identidad de vanguardia y ayudaron a concebir una ciudad ecléctica, con edificios tan diversos en sus aspectos estilísticos, fueron desapareciendo con la llegada de otros medios de difusión como la televisión, el video, el cable, la web…En algunos casos el paso del tiempo no fue piadoso y hoy son estructuras que se quedaron sin alma y se ven transformadas para otros propósitos lejos de su esplendor de antaño, constituyendo retazos de un pasado glorioso en el que eran los sitios de reunión donde se compartían las novedades del centro de la ciudad: dramas, óperas, conciertos, las películas taquilleras…

Si bien a partir de la creación de Zárate como Partido -19 de Marzo de 1854- comenzaron a desarrollarse diversas manifestaciones culturales fue, sin embargo, con la llegada del Siglo XX que las mismas se intensificaron y diversificaron para deleite de los zarateños de entonces: surgieron orquestas y bandas de música; se crearon bibliotecas en varias instituciones intermedias y en 1910 se instaló el conservatorio de música Williams en forma anexa al de Buenos Aires y bajo la dirección del profesor Alfonso Butri.

En su “Historia de Zárate. 1648 - 1909” Vicente Raúl Botta señala que: “…El pueblo ha tenido hacia fines del siglo pasado su teatro, que funcionó en la calle Buenos Aires, hoy esquina General Roca y Belgrano. El edificio, que también sirvió de cantón en luchas políticas, era propiedad de Juan Ponsa. Su construcción aún existe, pero completamente modificada. Allí se dieron muchas funciones y se congregaban los vecinos cuando llegaba por varios días alguna compañía teatral. Con motivo de esos espectáculos, la banda se instalaba en la entrada haciendo oir trozos de música para atraer al público, reuniéndose multitud de curiosos entre los disparos de bombas que interrumpían la tranquilidad vecinal…”.

La “Operai Italiani”, fundada en 1884, contó con su sede propia en la actual calle Belgrano Nº 1162 en el que se brindaban diversos espectáculos siendo frecuentes los de carácter lírico. Una fotografía publicada en la Revista “Cien Ciudades Argentinas”, de junio de 1927, da cuenta de las características arquitectónicas del mismo prevaleciendo en su composición los elementos propios del repertorio italianizante.

En 1915 el inmueble fue adquirido por la Sociedad Argentina de Socorros Mutuos -fundada en 1904- a la Sociedad “Unione Italiana XX Settembre”. Continuaron desarrollando actividades artísticas diversas sumándose en décadas posteriores las proyecciones cinematográficas del denominado Cine Belgrano. En su evolución este significativo edificio sufrió importantes alteraciones en su planta funcional y, también, la destrucción de molduras, de columnas y de ornamentaciones que significaron la alteración de su fachada original resultando, en la actualidad, prácticamente irreconocible para quienes recorren la cuadra de Belgrano al 1100.

Edificio de la “Operai Italiani” adquirido luego por la Sociedad Argentina de S.M. Foto: Año 1927

En 1908 el edificio de la Sociedad “Italia”, ubicado en Castelli 844, se constituyó en la sede de la Sociedad “Unione Italiana XX Settembre” hasta el año 1928 en que fue inaugurado el Teatro Coliseo y su nueva sede. El mismo -que hoy alberga la Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados de Zárate- es uno de los más significativos testimonios arquitectónicos de fines del Siglo XIX. Siguiendo la tipología italiana, el salón está constituido por una sala central rodeada originalmente por patios laterales cerrados al frente por el foyer (sobrelevado con respecto al nivel de la vereda) y los volúmenes simétricos de la biblioteca y la secretaría.

Teatro Italia, en la calle Castelli Nº 844. En el edificio funcionó en la década de 1950 el cine “Unión”

Abel Poletti en sus Apostillas -aún no editadas- refiere sobre esta primera sede de la Sociedad Italiana: “Posteriormente la antigua sede de calle Castelli pasó a llamarse “Rex”, ya como sala cinematográfica y a pesar de tener la misma ubicación céntrica funcionaba como cine de barrio, casi marginal, durante un tiempo que puede prolongarse hasta 1946. Los señores Pedro Terrens y Manuel Haine, oriundo de San Pedro lo administraron entonces con escasa fortuna.

Una fotografía tomada hacia de 1930 o quizás mucho antes aún, revela una sala diáfana, sin palcos; Luis Tubia señala que no sería extraño que los mismos respondan a la habilidad del señor Terrens para acrecentar el aforo de la sala.

Alfredo Tubia, padre de Luis, descendiente de libaneses y sufrido amante del séptimo arte, se hace cargo de la sala en junio de 1955 para competir en condiciones muy desiguales con el “América” y el Teatro Coliseo, que a partir de 1940 centró toda su actividad cultural en la pantalla de plata.

La sala pertenecía ahora al Sindicato de la Carne; fueron sus representantes Ernesto Macagnani y Pedro Ferrabosco y la propiedad se mantuvo en el limbo jurídico por la muerte imprevista de Ferrabosco pero aun así, las asambleas del Sindicato en plena crisis de la industria obligaban al señor Tubia y a su hijo mayor Alberto Jorge que, era la mano derecha de su padre, a suspender la programación y esta situación se prolongó hasta 1966 cuando se cierra la sala.

Las distribuidoras porteñas privilegiaban a los más grandes y el “Unión” quedaba siempre relegado de los estrenos y los éxitos de taquilla de modo que se vio obligado a recurrir al cine de la Europa del Este, mientras éste no significara un éxito pues a partir de mediados del ’50 tanto el cine soviético como el polaco y el checo se consagraron en grandes festivales internacionales.

El “América” exhibía pomposamente “Pasaron las grullas” o “La balada del soldado” -ambas soviéticas galardonadas- y el “Unión” recurría a Artkino Pictures que proveía los clásicos de Eisenstein o Pudovkin, joyas del cine con nulo éxito de público. Quizás haya sido “Cenizas y diamantes” del polaco Andrzej Wajda –filme de 1958 premiado en el festival de Venecia- con el actor Zbgniev Cybulski la función más taquillera de esta sala, con un público estimado en algo más de 80… personas.

Tenía  los martes su Día del Cine argentino con filmes producidos por Emelco, Pampa Films, Baires o Efa, películas con bajos presupuestos y nombres de segundo orden para esos largos días de lluvia invernal y nada qué hacer.

Finalmente para 1987 La Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados se hace cargo de la sala y la adquiere -deudas incluso que paga religiosamente- con fines sociales pero con especial énfasis en sus bailes de los domingos, conocidos popularmente como “El paquetito”.

El Teatro Hispano fue otro de los edificios destinada a actividades culturales que surgió en las últimas décadas del siglo XIX. Sobre el mismo Abel Poletti señala en otra de sus Apostillas: “La sala, como una joya con la que la colectividad española coronó al pueblo que supo acunar a sus propios descendientes fue inaugurada en 1894 y los archivos nos cuentan de su estilo arabesco con columnas y paneles trabajados artesanalmente.

La platea se manipulaba con un sistema de poleas que nivelaba el piso o lo escalonaba según la ocasión para salón de baile o sala teatral y cinematográfica cuando el apogeo del cine y Hollywood inundaba las pantallas con obras de la Warner Bros donde H. Bogart y James Cagney revelaban a su público la marginalidad o las miserias de los jóvenes norteamericanos en la década de Roosvelt, el nazismo y la gran depresión.  

Mientras, competía en esa década con el Teatro Coliseo y estrenaba los reiterados musicales que hoy reproduce la televisión y que la R.K.O. suministraba como suave narcótico frente a un clima de recesión mundial y preparativos bélicos.

Poca memoria queda de su salón de bailes porque el cine había logrado derrotar al teatro y era mucho más económico y sencillo de administrar para una ciudad de apenas 40 mil habitantes.”

El Teatro Hispano funcionó hasta el 31 de marzo de 1945 cuando, a medianoche, luego de finalizada la función se produjo un incendio que lo destruyó por completo.

El edificio vacío, ya que el incendio sólo dejó en pie sus paredes, fue alquilado durante muchos años funcionando allí un taller mecánico y un lavadero de automóviles. En 1986 se iniciaron las obras de reconstrucción, en 1997 se terminó el salón teatro y pasaron, desde entonces, trece años hasta llegar a la inauguración de la réplica documentada de la fachada del Teatro Hispano que tuvo lugar el 19 de diciembre de 2010.

Interior del TEATRO HISPANO

Hacia finales de la década de 1920 dos nuevos edificios destinados a las representaciones teatrales y, luego, funciones cinematográficas se incorporaron al ámbito cultural zarateños: el Teatro Argentino y el Teatro Coliseo.

El primero, propiedad de Don pedro Albano, se construyó en la calle Justa lima al 300 respondiendo a los lineamientos de la arquitectura italianizante. Su ejecución estuvo a cargo del ingeniero constructor don Felipe Tortorelli y el decorado de la sala fue realizado por el artista zarateño Eduardo Buscaglia.

Inicialmente el amplio espacio interior contaba con 380 butacas tapizadas en el sector platea, rodeado por tres filas de palcos altos, cuatro palcos avant - scene, la tertulia y una grada con capacidad para 400 personas transformándose, en la década de 1940, en la pista de baile del Club Central en la que los zarateños bailaban tango y otros ritmos de moda, con la animación de orquestas locales. Fue totalmente demolido en los últimos años del Siglo XX.

El Teatro Coliseo fue formalmente inaugurado el 12 de octubre de 1928 luego de un año de intensa actividad; fue su proyectista y director de obra el Arq. Enrique Macchi siendo adjudicada su ejecución a los constructores locales José Piccirilli y Adriano Roncaglia.

La sala sigue la tipología del teatro lírico italiano y su fachada de definida influencia italiana presenta una ornamentación austera. Si bien en la década de 1970 un afán de modernización, que caracterizó la época, motivó la realización de obras que alteraron sus características estilísticas originales el plan de puesta en valor que se ha implementado en los últimos años ha posibilitado su recuperación y la restauración interior de la sala.

Teatro Argentino en la calle Justa Lima al 300. Década de 1930

Teatro Coliseo. Año 1928

Un edificio emblemático. El cine América

En la década de 1940 nuevos estilos arquitectónicos, entre ellos el racionalismo, irrumpieron en el perfil urbano de Zárate manifestándose, también, surgiendo la iniciativa de vecinos zarateños de emprender la construcción de nuevas salas destinadas a las representaciones teatrales y proyecciones cinematográficas.

En 1946 Don Florentino Santa María presentó ante las autoridades municipales la documentación técnica para la construcción de un Cine - teatro en la calle Ameghino N° 863, que estaría a cargo del constructor Francisco Bonani y bajo la dirección técnica de Eduardo Nogueras Webb.

El edificio estaba estructurado en dos niveles disponiéndose en la Planta Baja, tal como refieren los planos, el acceso al Gran Hall en el que se destacaban las escaleras laterales que daban el acceso al foyer de planta alta correspondiente al sector de Pullman, cuya capacidad aproximada era de 330 butacas.

El Gran Hall de Planta Baja permitía el ingreso al sector de Platea (aproximadamente 900 butacas) disponiéndose al fondo de la sala el escenario con una boca de nueve metros de ancho por siete de alto, ubicándose los camarines bajo el nivel del mismo.

Fachada racionalista del Cine - teatro América según documentación técnica presentada para su aprobación en 1946. Constructor: Francisco Bonani

Corte transversal de la sala con vista hacia el escenario

Corte transversal del Gran Hall. En los laterales: las escaleras de acceso al Foyer de Planta Alta

Recurriendo nuevamente a lo reseñado por Abel Poletti en sus Apostillas leemos que “El cine América se inauguró a fines de los años ´40 (1948) del siglo pasado y en cuanto a la película elegida para esa ocasión, “Dios se lo pague”, se trataba de un típico drama que reunía a dos figuras muy populares por esos años: Zully Moreno y el actor mejicano Arturo de Córdoba, dirigidos por el marido de la actriz, Luis C. Amadori.

El cine América fue inaugurado algo tardíamente porque el auge de las salas cinematográficas se da entre 1920 e inicios de 1940 ya que apenas tres o cuatro años después de su inauguración la televisión estatal irrumpía en la Argentina y ese impacto, aunque no inmediato, poco a poco fue sellando su suerte.

Como todo el mundo debe saber estaba ubicado sobre calle Ameghino al 800 y sigue todavía, como discoteca, es decir en lugar muy céntrico y a media cuadra de Justa Lima. De estilo arquitectónico racionalista, tenía todo el frente vidriado y un plafond que abarcaba prácticamente el ancho de la entrada con un cartel en letra redondilla pintado de verde e iluminado con la palabra América.

Desde el hall central, muy espacioso, arrancaban sendas escaleras que conducían al pullman; sobre el rellano, al inicio mismo de cada tramo, el artista Eduardo Buscaglia había pintado sendos murales en su estilo de suaves tonos -con predominio de los rosados y celestes- con alegóricos temas referidos a América como continente de inmigración y trabajo, representado por una mujer con los brazos extendidos y sobre el otro rellano un hombre, con el torso desnudo en clara alusión al trabajo y la Argentina.

Allí acudían masivamente las familias que los fines de semana tenían en el cine casi su único y popular momento de ocio y distracción. Los hombres de traje y las mujeres vestidas para la ocasión se encontraban en el espacioso hall para dar lugar a los rituales saludos, de modo tal que el cine América fue por eso el centro social más activo de la época.

Los hermanos Miguel y Alberto Lotti regentearon este cine desde su inauguración y durante la década del ’50; siempre trajeados -sobre todo Miguel- que era quien asistía regularmente, atento y amable tras la ventanilla oficiaba de interlocutor obligado cuando el público, con ansiedad, consultaba su juicio sobre la película. 

Este hábito cultivado por una clase media ascendente se dio en todas las grandes ciudades del país y ni siquiera tan grandes y fue tan así que incluso dio pretexto para un film titulado “Sábado a la noche, cine” que dirigió Fernando Ayala.

Los sábados y domingos del América eran multitudinarios y las películas comentadas luego en la Confitería o en la mesa familiar, incluso en la fábrica o el trabajo y desde luego coincidió con aquellos años de pleno empleo con el peronismo en el poder cuya voz oficial controlaba desde la Secretaría de Comunicaciones la mano férrea del señor Raúl Alejandro Apold.

Muchos recordarán títulos como “Las aguas bajan turbias” dirigida por Hugo del Carril que denunciaba el sistema de explotación del mensú en el norte argentino; “Los isleros” dirigida por Lucas Demare, un drama a la medida de la actriz Tita Merello. Era un público que festejaba aún más las películas de los 5 Grandes del Buen Humor, Pepe Iglesias o Luis Sandrini que vistas desde la perspectiva del tiempo revelan la ingenuidad y fervor de ese público siempre dispuesto para acompañar a sus ídolos.

Por esos años llegaban a la Argentina o sea al “América” los últimos coletazos del neo realismo italiano: “Arroz amargo”, con una exuberante Silvana Mangano; “Caza trágica” de Alberto Lattuada y las comedias costumbristas que dieron fama a Gina Lollobrígida, como “Pan amor y fantasía” y a Sofía Loren en “Lástima que sea una canalla” y con el cine italiano se coló un erotismo provocador y muchas veces inquietante.

Todavía hacia 1960 Federico Fellini concitó a un público que absorto presenciaba la decadente vida de la burguesía romana en “La dolce vita” y hubo tiempo aún para asistir a los fulgores intelectuales de la “nouvelle vague” francesa, que encontró incondicionales discípulos entre los jóvenes directores del cine argentino".

Diario “El Debate” - Cartelera cinematográfica. Noviembre 1948

Recuerdos a modo de cierre

Seguramente, la memoria de los lectores de mayor edad atesora reminiscencias y gratos recuerdos sobre el Cine “América” no sólo por lo que significó para los amantes del séptimo arte sino también para los que lo disfrutaban como la "salida del sábado". Era el cine el esparcimiento que gozaba de mayor importancia en los tiempos en que la televisión era algo nuevo y no se encontraba tan popularizada como en la actualidad. No existían ni los videos ni el DVD ni el MP3 ni… y tampoco las butacas de las salas eran como las que tenemos hoy en día. Sin embargo, un encanto especial rodeaba la ceremonia de "ir al cine"…

Porque había que preparase para la ocasión, vestirse bien, los zapatos bien lustrados inclusive el clásico saco y corbata para los caballeros y para las damas vestirse con lo mejor que se tenía en ese momento guardado en el ropero. Todos sabían que ir un sábado a la noche a ver un estreno, requería de ciertas formalidades éticas y culturales típicas de la época, como ser el buen gusto para la vestimenta y un sutil toque de seriedad y sobriedad. Porque el cine para la familia era eso… “un hermoso ritual ".

El relato de un vecino -niño en ese entonces- nos acerca a una de las tantas noches de estreno que eran frecuentes en esta sala cinematográfica de Zárate: “Ese sábado de 1958 mi madre se levantó temprano para preparar el desayuno y ni bien nos sentamos a la mesa nos solicitó a mi padre y a mí para que fuéramos con bastante anticipación a la función del Cine América de esa tarde-noche porque estrenaban “La Violetera”, una historia de amor situada en el Madrid de principios del Siglo XX, interpretada por Sarita Montiel y el actor italiano Raf Vallone y con la dirección de Luis César Amadori, proscripto en Argentina por su filiación peronista.

Por entonces los hogares de Zárate no contaban con televisores y la cita obligada de los fines de semana eran las funciones de estreno en el Cine América. A medida que nos aproximábamos al mismo vimos que la cola para obtener las entradas crecía cada vez más llegando, ya, a la proveeduría del Sindicato de la Carne sita en Justa Lima al 400. Tras larga espera, y luego de obtener tres entradas situadas en la fila dos, ingresamos al foyer del Cine América que lucía en todo su esplendor. Un gran afiche de Sara Montiel colgaba desde el balcón del sector Pullman y todo el mundo se arremolinaba para apreciarlo de cerca. Cada vez que cantaba la Montiel el público se paraba para aplaudirla como si estuviera allí presente…”

Esta MIRADA HACIA EL PASADO ZARATEÑO queda abierta a los recuerdos y relatos de vecinos que quieran enriquecerla con los mismos.

 

Fuentes consultadas

·       Baccino Silvia Irene y Sorolla María Luisa: “Era una vez… Zárate”. Buenos Aires, 1997

·       Baccino Silvia Irene. “Miradas hacia el Pasado Zarateño” Colección Historia Urbana y Patrimonio de Zárate. Buenos Aires. 2014

·       Botta Vicente Raúl. “Historia de Zárate - 1648 - 1909”. La Plata. 1948

·       Poletti Abel. “Apostillas”. S/editar.

·       Revista “Cien Ciudades Argentinas”. Nº 4. Junio de 1927

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