#Columnistas
“PODER - NO PODER” por Guillermo Rivelis
En situaciones generales muy difíciles, como la que estamos viviendo en Argentina, y que influyen negativamente en la vida de las personas, surgen dos tipos de sentimientos muy característicos.
Sentimientos que contribuyen a configurar criterios, formas de interpretación, pensamientos, respuestas.
Una forma consiste en responsabilizar por lo que pasa a nivel personal a ese contexto general absolutamente.
Otra, es adjudicarse toda la responsabilidad a uno mismo, des - conociendo lo que se conoce respecto de la situación general.
En este caso, esa adjudicación de toda la responsabilidad a uno mismo es sentida como “culpa”.
La vida de los seres humanos es “una” y eso dificulta muchas veces diferenciar lo personal de lo general.
En el primero de los casos, se renuncia a la posibilidad de búsqueda de acciones que limiten la influencia negativa de ese contexto general.
Renunciar a ello es, al mismo tiempo, renunciar a la subjetividad personal.
A la capacidad de adaptación activa a las circunstancias.
La adaptación activa consiste en tener en cuenta lo que sucede y buscar formas para manejarse sin someterse y con el menor daño posible.
En el segundo de los casos, acompaña a esa adjudicación a la propia persona de todo lo que sucede, un sentimiento de omnipotencia.
Un sentimiento que nos hace creer que deberíamos poder, incluso aquello que no es posible poder.
De allí, la importancia de saber diferenciar lo que podemos de lo que no podemos.
Diferenciar aquello para lo cual somos “potentes” de aquello otro para lo cual somos “impotentes”.
Impotentes en el aquí y ahora de una situación.
En cada momento de la vida, todas las personas somos potentes con relación a determinadas cuestiones e impotentes con relación a otras.
En “El libro rojo”, Jung escribe:
“Quien aprende a vivir con su impotencia ha aprendido mucho.
(...)
… el no poder, es. Nadie debe negarlo, criticarlo o acallarlo”.
Todos los seres humanos tenemos zonas de potencia y zonas de impotencia.
Es importante no jactarse de las zonas de potencia.
Y muy importante reconocer y admitir las zonas de impotencia.
Algunas zonas de impotencia podrán transformarse en zonas de potencia o de parcial potencia con esfuerzo, aprendizaje y trabajo.
Otras zonas quedarán siendo de impotencia.
En circunstancias muy comprometidas, como la que estamos atravesando, es posible que la confusión invada a las personas haciendo más difícil reconocer y diferenciar lo que pueden personalmente de lo que no pueden.
Se hace necesario, entonces, profundizar en la búsqueda de esta diferencia.
Para no des - responsabilizarnos de lo que podríamos hacer para limitar el efecto negativo de la situación general.
Para no llenarnos de culpa ante lo que no nos es dado poder.