De vez en cuando, una belleza nueva por Armando Borgeaud

Carlos Riedel22 julio, 2024

Podrida ( adj ) Dicho de una persona o institución: corrompida o dominada por la inmoralidad ( Real Academia Española ). Entre nosotros: manera de expresar que estamos hartos de eso que venimos sufriendo sin descanso y que pareciera, por la forma en que lo decimos, alguna vez provocará un cambio radical en nuestras vidas. Algo así como el no doy más que espetamos acompañado de algunas lágrimas cada vez que estamos a punto de reventar, y que nos permite seguir tirando hasta que tengamos tiempo de hacer la revolución.

Podrida, de Guillermo Farisco, con Graciela Carfagno, Cecilia Álvarez y Andrea Giana. Dirección, Javier Marizaldi. Jueves 19 de julio en Anexo Fantasma. Nuestra opinión: Excelente

Próxima función: sábado 27 de julio, 21 horas, Anexo Fantasma, Roca 471

Afuera, la noche fría parece, como todas las cosas que duelen, será para siempre en este inconsolable país sumido en un puro presente desesperanzador, poblado por narcotizados de impotencia que andamos sin rumbo entre presagios que ya no nos sorprenden, marchando “ en montón bien alienados, todos mezclados “, como escribió Eladia Blazquez, desconfiados hasta de nuestra sombra, ensimismados en posición fetal para sobrevivir como sea.

Adentro, en una casa de mi barrio de infancia en la calle Roca, siempre la belleza nueva regresa por caminos antiguos, el calor de un refugio que lleva a recordar, apenas se cruza la puerta cancel hacia una sala de estar poblada de grupitos que conversan animosos, al espíritu del Fahrenheit 451 de Bradbury donde gente así memorizaba los últimos libros del mundo en un acto desesperado.

Y más adentro aún, el vientre al que hemos venido, donde hubo un dormitorio ahora convertido en sala teatral con ventanas segadas a la calle nos espera. Vamos ingresando con silencio de logia a la semipenumbra que antecede al antiguo rito donde la representación de los conflictos, los deseos, las motivaciones ocultas o no tanto hipnotizarán por un rato nuestra pobre credulidad, donde por fin, antecedidas por una canción rosa, aparecen tres mujeres, esta es una época de mujeres en primer plano quién puede dudarlo, para recrear una historia tan cercana como todas las que creemos conocer y a las que apenas nos hemos asomado, Héctor Tizón dijo una vez que por la puerta de su casa en el pueblo jujeño de Yala, veía pasar todos los días a los diez mandamientos. Claro que para ver hay que querer mirar.

Tres impecables actrices, convencidas como se está únicamente cuando se sabe lo que se quiere, hace falta talento y perseverancia para lograr lo que parece tan fácil de conseguir y por eso suele ser tan poco común en todas las artes, iluminan la escena: Cecilia Alvarez, encarnando a Violina, la neurótica y esclavizada dueña del taller de costura, Graciela Carfagno a Griselda, su sufrida y acomplejada empleada y Andrea Giana a la tilinga clienta de buen pasar, Púrpura, ese nombre, típica negadora que cree merecer el éxito que disfruta.

Amigas que han crecido en el mismo barrio expuestas a los juegos del destino, sus historias familiares, la suerte variada, o víctimas, ¿inocentes?, de las decisiones tomadas inconscientemente, juegan y nos hacen jugar en un espacio emotivo que nos atraerá suavemente desde el hilarante inicio con aire de comedia de enredos: usted sabe, cosas de mujeres, entretenidas ardorosamente en pequeñeses, hacia ese desafiante momento en que el teatro nos concita a colocarnos frente al espejo resonante de nuestras propias vidas, en caso de aceptar el convite.

Sin darnos cuenta del todo, la obra nos va introduciendo en un paisaje que nos resulta conocido como en los sueños, el arte está construido también de esa materia, en el que ese paulatino desnudamiento de mentiras disfrazadas con verdades a medias, revelación de ocultas envidias tan innombrables como reprimidas, pequeñas miserias esbozadas con ira, sin las cuales no existiría lo que llamamos amistad y mucho menos los amores de cualquier índole, mal que les pese a los frágiles optimistas de la vida.

Es el momento en que la perfecta construcción de la actuación del trío resulta una danza llena de gracia, inteligencia, guiños cómplices, confesiones íntimas que nunca resultarán artificiosas sino surgidas de cada expresión de los rostros apenas unos segundos antes, como esos imperceptibles silbidos que anteceden en el cielo la aparición de un fuego artificial, agilidad escénica obtenida gracias a una construcción paulatina y paciente de la mano invisible de la dirección de Javier Marizaldi, responsable además del buen gusto general de una puesta en la que no falta ni sobra nada, emplazada en una duración exacta.

Tanto para decir que en Podrida el todo es más importante que las partes, como suele pasar en el fútbol, sin ir más lejos.

¿Es necesario relatar la trama de la historia tan vieja como el mundo ? : a todas las personas nos suceden las mismas cosas decía Borges, en la que un vestido encargado por Púrpura para la boda de su hermana, para lo cual ha comprado tela en un viaje a Italia, al taller de Violina donde trabaja Griselda y que por una impericia de ésta ha quedado inutilizado, desatará una seguidilla de reproches de unas contra otras, ( los reproches son el comienzo del fin de los amores ) en realidad de las dos menos favorecidas por la suerte o la falta de valor hacia la acomodada por los negocios familiares. Como se ha dicho ya, la mentira, arma infalible de la envidia, sale a relucir en cada parlamento escupido con placentera malicia, hacia un final donde el telón caerá recién después de que cada una se anime a declarar la frustración que pudre la infelicidad de sus vidas.

Por último, lo que sin duda no lo está en el orden de los méritos, es necesario hacer referencia al texto del dramaturgo, director, actor, docente y titiritero Guillermo Farisco, autor de Podrida, una comedia ácida según su propia definición, escrita en 2005 y que transcurre durante el año 2003, cuando el país iba asomando lentamente de la catastrófica crisis del 2001 de cuyas consecuencias nunca hemos dejado hasta hoy de percibir como uno de los más violentos virajes económicos y sociales sufridos en nuestra larga historia de fracasos.

La obra focaliza sus dardos sobre la voluble clase media, por algo la patética Púrpura, con su perfil cargadamente esnobista, ¿porteño?, está en el centro de la hilaridad de las plateas más o menos progres en las que me incluyo, que aplauden larga y justificadamente al final de cada función este impecable trabajo grupal que esperemos pueda seguir en cartel por largo rato

Podrida es el título de la obra. No es Podridas, como podría deducirse como consecuencia de lo que expresan los personajes. Podrida, parece indicar el autor, está la sociedad en la que vivimos y de la que somos responsables en alguna medida. Podrida estaba la lejana y no tanto,

Dinamarca de Hamlet. Podrida está la realidad que nos contiene planetariamente, más allá del mileísmo argentino del momento.

La esperanza que brindan noches como las del viernes pasado en el Anexo Fantasma contienen la lumbre de un faro.

Acerca del autor:

Guillermo Farisco.

Dramaturgo, director, titiritero-actor y docente en el área artística. Con más de 40 años de trayectoria en la actividad teatral, se destaca su participación en "La lección de anatomía", "Jesucristo Superstar" (Teatro Metropolitano), Las troyanas (Teatro Nacional Cervantes) y El fantasma de Canterville (Teatro Alvear y Austral).

Íntegro parte del elenco Radioteatro para ver en el C.C Kirchner. Tiene en su haber, trabajos realizados en TV, cine y publicidad para Argentina y otros países,

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