"Che, Masetti, Walsh, Prensa Latina": un libro para atesorar

Carlos Riedel27 noviembre, 2021

Por Cristian Vitale... “La idea de Guevara de crear una agencia informativa independiente surgió porque hasta ese momento todas las cableras pertenecían a los Estados Unidos y a sus aliados occidentales", señala la autora.

“Me encantó escribir este libro”, se entusiasma María Seoane, autora de Che, Masetti, Walsh, Prensa Latina. Y se nota al llegar hasta la página final. Se nota en una pluma justa y sólida, puesta al servicio de uno de los hechos más importantes de la historia del periodismo del siglo XX: la creación de aquella agencia internacional destinada a defender y difundir la entonces incipiente revolución cubana, y la participación en ella de tres argentinos: Jorge Ricardo Masetti, Rodolfo Walsh y Ernesto “Che” Guevara. “La idea original era que la editorial Octubre presentara este trabajo en un homenaje a Cuba que se iba a hacer en la feria del libro pero, bueno, la pandemia lo impidió”, enmarca la periodista y escritora, en los prolegómenos de otra instancia: su salida junto a la edición del domingo de Página/12.

Se trata de un profuso y esclarecedor trabajo de 160 páginas “a hoja grande”, bellamente ilustrado con fotos de la época en sepia, y una narrativa que da cuenta al detalle de los hechos que marcaron el devenir de la agencia desde su nacimiento en junio de 1959 hasta las partidas de Masetti y Walsh, en 1961, incluidos contextos e itinerarios personales anteriores y posteriores a tal hiato. “El foco del libro está puesto en contar la historia de cómo se fue construyendo la agencia, pero haciendo hincapié en los roles que tuvieron en ella el 'Che', Masetti, y Walsh, tres argentinos clave en sus primeros años”, recalca Seoane, en obvia referencia a ambos periodistas, y al “Che”, principal impulsor de la agencia.

“La idea de Guevara de crear una agencia informativa independiente surgió porque hasta ese momento, todas las cableras y los corresponsales pertenecían a Estados Unidos y a sus aliados occidentales, por lo tanto para él era necesario que la revolución tuviera su propia voz, para no ser presa de operaciones de bloqueo informativo, o de tergiversaciones y fake news, que obviamente no son cosa del presente”.

El trabajo de la actual directora de contenidos editoriales del Grupo Octubre arranca por los antecedentes de la revolución de los barbudos, y adquiere más densidad narrativa aún cuando tales dejan paso a su propósito –la revolución, claro— y su expresión periodística encarnada en Prela.

Puntualmente, desde las encendidas jornadas del 21 y 22 de enero de 1959, cuando se produce la primera “Operación Verdad”, cuyo fin era adelantarle al mundo el proyecto de tener un órgano de difusión propio para contarle al mundo “con voz propia”, lo que estaba pasando en la isla, y de esa manera contrarrestar mentiras y operaciones de prensa montadas por agencias como Associated Press y United Press International, órganos amparados por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), presidida entonces por el argentino Alberto Gainza Paz, dueño del diario La Prensa. “Fueron cruciales para que esto ocurra las entrevistas que Masetti había hecho a Fidel Castro y a Guevara en Sierra Maestra, enviado por radio El Mundo”, apunta Seoane.

Masetti y Walsh se conocían desde las épocas en que ambos militaban en la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN), durante el primer lustro de la década del '40, donde también incursionaban Ernesto Giachetti y Rogelio García Lupo. La experiencia periodística de Masetti recalaba además en sus trabajos para los diarios El laborista y La Época, mientras que la del por entonces “escéptico” Walsh iba a cambiar radicalmente, cuando encaró la investigación que derivaría en Operación Masacre, y luego en su trabajo sobre el caso Satanowsky. “Walsh fue convocado por Masetti, para trabajar en la agencia. Este lo llamó desde La Habana en mayo del '59.

El pasaje más significativo del trabajo de Walsh en la agencia fue de inteligencia. En uno de sus intentos por descifrar cables, logró descubrir uno que la CIA enviaba a Washington, informando sobre cómo se estaban concentrando en Guatemala los contrarrevolucionarios cubanos que luego desembarcarían en Playa Girón. Walsh detectó cómo y dónde se produciría la invasión. Así logró descubrir el operativo y, por supuesto, tuvo mucho que ver con el triunfo de la revolución en Girón”, desarrolla Seoane, posada en otro pasaje significativo de su trabajo.

El libro recuerda también el vértigo con que creció la agencia, al menos hasta las partidas de Walsh y Masetti en 1961. Durante tal período, Prensa Latina había abierto corresponsalías en varias ciudades del mundo, entre ellas Buenos Aires, donde trabajaron el mencionado García Lupo, Santiago Pinetta y Susana “Piri” Lugones, entre otros, hasta que la oficina fue clausurada mediante un decreto del entonces presidente Arturo Frondizi, el 2 de diciembre de 1960. “La agencia creció muy rápido, sobre todo por el apoyo dado por países del bloque del Este, pero también aparecían este tipo de inconvenientes, sobre todo en varios países de América Latina”, señala la periodista, que desarrolla la cuestión en el capítulo 4, bajo el sintomático título de “Fuego cruzado entre noticias”.

El libro, cuya tapa es un fotomontaje con los tres protagonistas –no hay fotos de los tres juntos, cabe aclarar-- también aborda otro de los problemas por el cual, como espejo de lo que sucedía en la isla, Masetti y Walsh tuvieron que abandonar la agencia. Puntalmente, la interna que se produjo entre sectores ligados al nacionalismo popular del Movimiento 26 de julio, y otros más vinculados al Partido Socialista Popular Cubano que, ante las amenazas de Estados Unidos, establecieron relaciones más subordinadas a la Unión Soviética, a cambio de protección económica y militar.

“Desde esos sectores ligados al comunismo, se lo tildaba a Masetti de anticomunista. En el caso de Walsh, gravitó también que haya publicado su descubrimiento sobre Girón en una revista argentina. Eso fue tomado como una infidelidad que podría haber hecho fracasar la defensa de la revolución, y determinó la salida del periodista. La necesidad de Cuba de defenderse de los ataques de los Estados Unidos, hizo que se volcara hacia el campo socialista, y esa alianza impuso el triunfo interno de los sectores más afines al Partido Comunista, que eran menos movimientistas y no acordaban con el Che y Masetti, quienes sí lo eran”, relata Seoane.

El libro concluye con el derrotero de los tres argentinos tras la experiencia de la agencia y genera planteos para la reflexión historiográfica, relacionados con el papel de la prensa contrahegemónica en los días que corren. “La necesidad de una comunicación independiente como la que planteó Prela en aquellos años sigue vigente, porque hoy están las corporaciones financieras internacionales, que construyen comunicación y, frente a ellas, se tornan necesarias agencias estatales como Télam, por ejemplo, o emprendimientos comunicacionales más pequeños”, sostiene Seoane.

“Es cierto que el rol de las agencias tal como eran antes pasó de moda, porque en aquel momento no existían internet, ni las redes sociales, era otro estadio en el desarrollo científico y tecnológico de la humanidad. Hoy, en cambio, las agencias cumplen otra función, que es la sistematización rápida de la información, pero no son tan centrales como lo eran en aquel momento, cuando era la única herramienta para transmitir al resto del mundo lo que ocurría en otros países. Lo que sí sigue vigente, como dije, es el proyecto contrahegemónico que representó Prela, porque frente a una comunicación dominante, siempre va a haber una contrahegemónica”.

Como legado de los primeros años de Prensa Latina también queda la frase que Masetti pronunció cuando marcó su línea editorial: “El periodismo tiene que ser objetivo, pero no imparcial”, que la AM 750 pluralizó, y tomó como lema. “Esto quiere decir que la moral de los hechos es sagrada, pero no su interpretación, porque siempre se defienden valores, causas y circunstancias. Lo que no se puede negar es la moral del dato duro, como también decía Walsh. Por eso, la frase es tan extraordinaria, porque revela la posibilidad de contar, y de opinar sobre lo que se cuenta, sin violar los hechos, porque si los violás, mentís. Ahora, frente al bien y el mal, no se puede ser imparcial… se toma posición, y no tomarla, como pensaban en Prensa Latina, era ser parciales. Toda la historia del periodismo es así… está el periodismo popular, y el de las corporaciones”, sostiene Seoane.