"PREOCUPACION" por Guillermo Rivelis

Redaccion General13 mayo, 2024

PREOCUPACIÓN

Son sinónimos de “preocupación”:

Intranquilidad, inquietud, desasosiego, ansiedad, angustia, nerviosismo, angustia, desazón.

Cuando nos preocupamos, vivimos las situaciones de la vida como problemas.

Cuando nos ocupamos, los problemas pueden ser considerados tareas a realizar, oportunidades, convocatorias a la acción.

No siempre una preocupación por alguna cuestión nos conduce a ocuparnos de la misma.

Si nos ocupamos, el resultado de nuestra acción podrá ser positivo o no.

Pero en uno u otro caso habremos puesto nuestra energía en la resolución del problema, lo cual implica en sí mismo una positividad.

Cuando nos preocupamos sin ocuparnos del problema, es la preocupación la que queda energéticamente cargada, condicionando fuertemente nuestra vida psíquica y generándonos “rumia mental”.

Hay una importante diferencia entre “pensar” y “rumiar”.

El pensamiento nos ahorra acciones y, al mismo tiempo, antecede a una acción.

Supongamos, por ejemplo, que con los ojos tapados (en un juego) nos introducen en una habitación que no conocemos.

La consigna es que salgamos lo más rápidamente posible.

Ya con los ojos destapados, en vez de tantear toda la habitación para encontrar la puerta de salida, la miraremos y pensaremos cuáles son puertas o podrían ser salidas (el pensamiento ahorra, economiza energía y acciones, en este caso los tanteos).

Luego, elegiremos lo que consideramos la salida y allí nos dirigiremos (el pensamiento antecedió a la acción).

Distinta es la rumia.

En ella, “damos vueltas en la cabeza” con el problema y sólo eso.

Entonces, no hay “pensamiento” en el sentido apropiado del término porque no hay ni ahorro de acciones ni una toma de decisión que anteceda a una acción.

Existen situaciones en las cuales se torna muy difícil transformar la preocupación en ocupación.

La situación económica del país donde vivimos es una de ellas.

Podemos ocuparnos, en la medida de lo posible, de intentar resolver, también en la medida de lo posible, lo personal o familiar cotidiano, producto de esa situación.

Pero no tenemos, en principio, herramientas y acceso para ocuparnos de la situación económica general.

Podemos diferenciar:

- Preocupaciones (como la mencionada situación económica general) de las cuales no nos podemos ocupar. No tenemos otra opción que mantener estas preocupaciones con los sentimientos de ansiedad, inquietud, intranquilidad que nos generan.

- Preocupaciones particulares y familiares de las cuales tampoco podemos ocuparnos en algún aspecto. Será necesario que nos ocupemos de lo que es posible y que mantengamos la preocupación con los sentimientos que nos genera respecto de los aspectos de los cuales no es posible que nos ocupemos.

- Preocupaciones que podemos transformar en ocupación. Eso es lo que es necesario hacer por motivos ya mencionados.

- Preocupaciones que “nos inventamos” en cierto sentido. Problemas que no tienen demasiada urgencia o gravedad los hacemos dar vuelta en nuestra cabeza como graves y urgentes. Acá, se hace necesaria una mirada crítica sobre esas preocupaciones para que dejen de serlo.

- Preocupaciones de las que nos podríamos ocupar y no lo hacemos, transformándolos en “rumias mentales” como hemos señalado. Se trata de reconocer la viabilidad de resolución del problema y, entonces, de ocuparnos activamente.

Si pensamos a nuestro “yo” (nuestro ser conscientes) como la base de pirámide de nuestra persona y a cada problema como un vértice, podemos aplicar a este tema lo que escribe Luigi Toma en “La pérdida del deseo”:

“Ninguna pirámide cuyo vértice sea mayor que su base puede mantenerse en pie”.

Entonces: reducir los vértices aceptando aquello de lo que no nos podemos ocupar, ocupándonos de que sí es posible e intentando no “inventarnos” preocupaciones y “rumias mentales”.