Dialogar es cambiar por Guillermo Rivelis

Carlos Riedel25 septiembre, 2021

En el "Diccionario de Filosofía", José Ferrater Mora se refiere al concepto de "diálogo".

Entre otras cosas, dice:

"La mayor parte de los autores que se han ocupado del problema de la comunicación en sentido existencial y del llamado 'problema del otro' se han referido asimismo a la cuestión del diálogo. Destacamos entre ellos a Martín Buber, para el cual el diálogo es una 'comunicación existencial' entre Yo y Tú. El silencio puede formar parte entonces del diálogo. Pero hay que distinguir entre el diálogo auténtico y el falso. El diálogo auténtico (implique o no comunicación por medio de palabras) es aquel en el cual se establece una relación viva entre personas como personas. El diálogo falso (calificado de 'monólogo') es aquel en el cual los hombres creen que se comunican mutuamente, cuando lo único que hacen en verdad es alejarse unos de otros.
(...)

La noción de diálogo ocupa un lugar central en varias direcciones de la hermenéutica contemporánea (...) Hans-Georg Gadamer [plantea que] pregunta y respuesta circulan, por así decirlo, dentro del diálogo (…) Pero además, la llamada 'respuesta' no cierra el círculo, sino que lo abre de nuevo, ya que entender (comprender) una pregunta es, a su vez, otra pregunta". (Ferrater Mora, José, "Diccionario de Filosofía", Editorial Ariel, Barcelona, Tomo I, pp.877 y 878).

Escribí en "Lo semejante":

"Diálogo: intercambio de palabras (acompañadas de tonos de voz, gestos, ademanes, formas expresivas, posturas corporales) y silencios entre dos (o más) personas que tienen el objetivo común de vincularse a los efectos de descubrir, crear, comunicar, consensuar o explicitar pacíficamente el disenso acerca de lo que consideran 'verdad' y que se modifican en, por y a través de ese vínculo. Por lo tanto, se trata de una privilegiada manera de cambiar y aprender, tomando en cuenta que el aprendizaje y el cambio consisten, ante todo, en un modo distinto y más rico de mirar y comprender y, luego, de actuar.
(...)
Si las personas salen de una acción, pensada como diálogo, exactamente igual que como entraron entonces no ha habido diálogo estrictamente hablando, sino más bien monólogo (monólogo de a dos o monólogo colectivo)". (página web www.guillermorivelis.com.ar pp.51 y 52).

Las palabras constituyen lo que en teoría de la comunicación se denomina nivel digital. Los tonos de voz, gestos, ademanes, formas expresivas, posturas corporales, el nivel analógico.

Puede haber "diálogo" epistolar, telefónico, a través de las denominadas "redes sociales". En estos, el nivel analógico habrá disminuido e incluso podrá tomar otras formas.

El planteo que fórmula Hans-Georg Gadamer respecto de la dinámica entre pregunta y respuesta, señalando que comprender una pregunta es a su vez otra pregunta, nos hace pensar en la apertura incesante que tiene lugar en el diálogo. Continuamente, nuevas aperturas a nuevos interrogantes que una vez elucidados nos pondrán ante otros interrogantes.

Forma parte de un momento evolutivo en los niños lo que se denomina "monólogo colectivo". Por ejemplo, tres niños están juntos hablando entre sí y uno de ellos dice: "Mi papá tiene un martillo". Luego otro dice: "Mi abuela hace empanadas". Y el otro: "En la casa de mi abuelo hay un perro". El primero: "Y con el martillo clavó un clavo" y así continúan hablando entre sí cada uno de lo suyo.

Se trata de un momento evolutivo muy importante. Los niños reconocen la necesidad de un "otro" para hablar y aprenden a respetar turnos.
Se torna un problema el monólogo colectivo (o de a dos) entre adultos. Es lo que el "Diccionario de Filosofía" denomina "diálogo falso". Y es muy frecuente.

Suele tener una forma disimulada. Es cuando se habla de un mismo tema, pero cada una de las personas escuchan sólo superficialmente a las otras para calibrar cuándo y cómo intervenir para decir lo suyo. Ocurre, entonces, que cada una dice lo que ya dijo, tal vez expresándolo de otra manera, pero sin modificar un ápice de lo que transmite porque ha carecido de importancia para ella lo que las otras personas hayan dicho.

Otra forma frecuente con apariencia de diálogo, pero que no lo es, consiste en que las personas (dos o más) que intervienen y que tienen distintas opiniones y un propósito compartido, "acuerdan" ceder cada una un poco intentando mostrar que han dialogado y cambiado. No han cambiado. Se han adecuado en función del propósito que comparten. Pero cada una de ellas sigue pensando exactamente lo mismo que al principio. Se sienten satisfechas por lo que pudieron "obtener" e insatisfechas por lo que tuvieron que "ceder". No han aprendido. Han llevado a cabo una transacción.

El diálogo verdadero nos cambia, nos transforma, nos hace ser distintos, modifica algo en nosotros. Nos abre a formas más amplias y más ricas de comprensión y acción.

Relata un señor, de unos cincuenta años, que en una oportunidad subió a un colectivo y se sentó en el único asiento que quedaba vacío. Instantes después de hacerlo observó que la mujer que estaba sentada a su lado era gitana. Dice reconocer que sintió una cierta inquietud, una cierta incomodidad. En ese momento, la señora sentada a su lado, y muy probablemente habiendo percibido su incomodidad, le dijo: "No se preocupe señor. Yo no voy a robarle". El señor (que dice haberse sentido avergonzado) le respondió entonces: "Usted tampoco se preocupe señora. Yo tampoco voy a robarle". Relata el señor que la señora lo miró emocionada, y muy dulcemente y con una sonrisa le dijo: "Gracias". Él le respondió: "Gracias a usted".

Diálogo que logra traspasar prejuicios negativos. Diálogo, aprendizaje, cambio.

Diálogo. Una gran herramienta que tenemos las personas para intentar construir un mundo humanamente más acogedor.