Llegada tarde

Carlos Riedel20 abril, 2019

Por Luis Sellán*... Otra vez me quedé dormido y llegaré tarde al colegio, y otra vez me encontraré con la cara de la Bernárdez cerrándome la puerta en la cara y pidiendo el cuaderno de comunicaciones para poner la media falta. Así que salgo tratando de no hacer ruido en casa y empiezo a caminar por la avenida, esta empieza a tomar el color, los olores y el sonido de todas las mañanas, en el otoño estas son frescas, los colores ocres y amarillos se conjugan con el sonido crocante de las hojas secas en la vereda ante mis pisadas, pero confundiéndose penosamente con el ruido de los autos.

llegada tarde

Antes de doblar la esquina y tomar la calle de la escuela, pienso en las materias del día, primero tenemos historia con la “acuarela” Rodríguez, le decimos así porque mientras nos explica las causas de la revolución de mayo se maquilla delante de nosotros pintándose los labios poniéndose colorete en las mejillas, rímel en las pestañas, peinándose.

Yo la entiendo pobre, se debe quedar dormida también. Luego en las últimas horas tenemos física con la petisa Tupone, a quien le decimos obviamente la putone. Camino unos metros por la calle que debería ser la del colegio y de repente noto que estoy haciéndolo por un lugar desconocido.

A esa altura debería estar escuchando el gong del reloj de la municipalidad, sin embargo las calles de la ciudad se han convertido en un inmenso y pestilente lodazal, los carruajes pasan al lado mío teniéndome que correr porque me pueden llegar a aplastar llenándome de barro y de mierda, el olor a vísceras de animales muertos me produce repugnancia, a pesar del miedo y del asco que la situación me provoca llego a la plaza mayor, allí una manifestación de hombres y unas pocas mujeres parece iniciarse, todos pugnan por entra al edifico que se erige sobre una recova.

Los hombres pelean  por entrar al mismo, algunos parecen tener un permiso especial, una invitación para  hacerlo, sin embargo otros son detenidos por una especie de piqueteros que al primer disturbio sacuden a machetazo a los que intentan entra sin permiso-“esta es una revolución carajo”-, dicen algunos de los piqueteros, yo increíblemente me cuelo por un resquicio que me permite la multitud y aunque creo que en verdad no me ven, ingreso al edificio.

Allí en un salón grande unos hombres con levita discuten pasionalmente sobre el futuro, la revolución y la patria. Un obispo dice que oponerse a España es como hacerlo contra la santa madre iglesia.

El gentío que sigue entrando sin orden me empuja hacia otro salón, allí encuentro un pasadizo que me devuelve al exterior, ahí otros hombres: negros, gauchos, indios parecen no entender-o quizás entienden demasiado- lo que está pasando del otro lado, siguen enfrascados en su pobreza de hombres miserables y excluidos, comiendo ratas y conviviendo con la inmundicia.

El olor sí es el mismo del otro lado, las calles son pestilentes, ruinosas, la ciudad parece terminar allí en la plaza mayor y en el puerto lleno de mercancías que se disputan comerciantes ingleses y porteños, lo demás es pura desolación, parece poco creíble que allí vaya a suceder algo importante, que ahí se esté pergeñando una revolución, el nacimiento de una patria.

A lo lejos veo un túnel, por curiosidad aunque con mucho miedo me voy hacia él, empiezo mi camino por el mismo y me vienen imágenes que alguna vez vi o sobre las cuales me contaron, mientras un repugnante olor a sangre derramada acompaña mi viaje de una inmensa soledad.

Por suerte el túnel llega a su fin, una luz me encandila al principio pero cuando recompongo mi visión,  salgo a la plaza, a la plaza que está enfrente de mí escuela, miro el reloj de la municipalidad que marca las ocho menos veinte, apuro el paso sabiendo que ya llego tarde e ingreso al colegio. Llego hasta el aula y ahí está Verónica, la preceptora, que me recibe y me agradece mi presencia con  una sonrisa de alivio cómplice. Me quedo parado esperando que alguien se dé cuenta que yo estoy ahí, la pequeña María Claudia es la primera  que se aviva y me dice:

-Hola, profe-, mientras se sientan en sus bancos les digo:

-Disculpen la tardanza-...Pensando para mí: Otra vez me quedé dormido.

lo que quieras decir

*Cuento que es parte del libro "Lo que quieras decir", que es una compilación de relatos de autores independientes. Esta compilación estuvo a cargo de la escritora Florencia Estevez y pertenece al proyecto ROI (Registro de Obras Inéditas) que la editorial tiene con el objetivo que escritores independientes puedan publicar sus trabajos; tanto cuento, como poesía o ensayos. Una alternativa interesante que acerca la posibilidad, siempre difícil, de publicar.