Escrito en la piel

Carlos Riedel14 agosto, 2016

Por María Teresa Di Dio... La llovizna persistía desde la madrugada. Soledad despertó tan pronto el reloj sonó, como todos los días…las siete en punto. ¡Que pesadilla! Durante unos minutos se quedó pensativa. Tenía recuerdos de lo que había soñado, las imágenes pasaban ante su mirada, veía un automóvil dar varias vueltas y luego incendiarse, quedando una persona atrapada en su interior.

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Y así, como quien no quiere desprenderse de un sueño, ella se metió debajo del agua de la ducha, sabía que debía apurarse…algunos sorbos de café y rápidamente estaba en la calle rumbo a la editorial del diario, donde trabajaba desde hacía cinco años. Las noticias corrían rápido, cada minuto era crucial, una manifestación, algo de política, de aquí y de allá. También le tocaba hacer reportajes a veces sus notas eran tristes y no tan gratas como hubiese deseado.

Su compañero había enfermado y tenía que cubrirlo, mientras ella se dirigía rumbo al aeropuerto para entrevistar a un funcionario, consultó la hora, las 9,30 se dio cuenta que se le hacía tarde, el avión llegaba en ese momento…de pronto un perro se cruza en el camino, Soledad aprieta los frenos bruscamente, no se da cuenta que la velocidad era excesiva ni que el asfalto tenía agua y hielo, el auto da varias vueltas y finalmente se estrella contra un árbol para terminar incendiado.

Meses más tarde ella despierta en una fría sala de hospital. No recuerda cómo llegó, su memoria está lenta, su rostro y sus brazos arañados y quemados forman extraños dibujos. Ella…había amanecido con un escrito en la piel que permanecerá en su vida por el resto de los días.