Chica Lagarto

Carlos Riedel25 agosto, 2014

Chica Lagarto

Esa noche, la noche del humo, aspirábamos azufre. Nos era común el olor. Tomé la suerte del rabo y te vi. Llegaste danzando al ritmo de mi blues. Mientras el maestro cantaba, yo tocaba. Pasamos a una ronda más de alcohol barato y cigarros armados con el natural olor al paseo cósmico de la liturgia urbana. Mis ojos, que los tenía porque venían en la cara, se posaron en mí para dormir etílicamente.

Lee me llama. Me toca el brazo y suelto la botella de whisky.

-Tocamos- me agita. Ella sentía que el gusto por el Blues es mucho más que el gusto mío por la piel de tus dibujos y tus ojos remarcados en tintas y tu boca roja sin abotonar. Marcó el paso y Lee arrancó y lo seguí con la introducción de una armónica cansada.

“Now, me baby wasn´t event decided...” carraspeaba con su picada voz que aferraba al micrófono con humo. Me mira, intento concentrarme en dos cosas; una, sentarme en en el taburete que parece tener vida. Dos, en seguirlo y mirarlo atentamente. Solíamos tocar improvisando, pero este tema no. Este tiene un no-se-qué especial y hay honor. Ella lo sabe, me culpa y se muerde la lengua. El me mira y su gesto de masturbación va por mí y por ella. Su escote tiembla, danza. Sus piernas dejan de tocar el piso y se toca. La suerte de harapos en faldas cortas.

Pasaba los labios por tu espalda y tu sonido era el mismo. Carraspeando más, Lee decía su “I sooner be sleeping with the devil...” repitiendo su idea, la mía era de ella.

Seguí despacio tocando, afinando el espinazo. Largando las gotas de tu esencia y en el final venías a mí “...Because I been dealing with the devil, now...”

Me senté en el puto taburete y te miré fijo.

Antes, me rodeaste con tu cola, envolviste la música. Tu cola, chica lagarto, mecía el mundo. Solo fui a tu oído y te dije: “Esta noche chica lagarto, esta noche sos mi armónica sinfonía”.

Mujer Lagarto

Mientras se lee puedo sugerir un whisky barato. Pero no debe ser así. Un J.W. atrae a las chicas lagarto, se pasean y te besan y a Sonny Boy Williamson rogando

Darío Martín en La Oscuridad a Diario

2 comments

  • Carlos Riedel

    8 noviembre, 2013 at 12:29 am

    A vos compañero, fue "un robo a lapicera armada". Gracias

  • Dario Martin

    8 noviembre, 2013 at 12:16 am

    Es el cuento más hermoso, el que amo... Gracias!

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