Sobre el intento de cambiar la Ley de Salud Mental

Carlos Riedel18 noviembre, 2017

Por Lic. Jorge Collado... Desde el gobierno de Cambiemos hay un intento de modificar la Ley de Salud Mental por decreto, sin que pase por el Congreso de la Nación. La ley actual, es una de las leyes más avanzadas del mundo en la concepción de enfermedad mental, de alguna manera toma conceptos centrales del pensamiento menos discriminador de los desarrollos teóricos del pensamiento sobre el tema.

La ley italiana que es una de las más modernas ha sido ideada por pensadores como el psicoanalista Felix Guatari que se opone a la psiquiatrización y manicomización del padecimiento mental. Rompe con el paradigma biologicista y medicocéntrico.

Si se firma este proyecto de decreto reglamentario puede ser grave porque pone en jaque algunos aspectos centrales. En principio cambia la definición de salud mental, ya no como un proceso determinado por un montón de factores sino que reorienta la cosa hacia el lugar más biologicista. El ámbito donde solamente el poder médico tiene posibilidad de ejercer el control.

Habla de hospitales especializados en salud mental, donde se intenta nuevamente reproducir el estigma de la segregación. Habilita el aislamiento, cuando el equipo tratante lo considere, empeorando las posibilidades de resolver cualquier padecimiento. Habilitar el aislamiento en el padecimiento mental, rompe con el concepto más culturalista de la enfermedad mental.

La persona que tiene un padecimiento lo tiene en un contexto determinado, en una sociedad determinada y hecha por tierra el concepto de que la enfermedad es sintomática de la sociedad donde se da ese padecimiento.

La enfermedad mental solo encuentra reparación y cura en el ámbito social que enfermó, generando espacios de mayor contención y mayor integración. Desde el pensamiento biologicista no podemos considerar al “loco” como el chivo expiatorio de una sociedad, familia o grupo. Se dejaría de lado el pensamiento de Enrique Pichón Riviere por ejemplo, o todo el pensamiento de “Lo Grupal”.

Claramente este intento de cambio de la ley es un retroceso que nos aleja de los paradigmas más actuales del concepto de padecimiento mental. Con este intento de psiquiatrizar y protocolizar el padecimiento mental hay una tendencia a la patologización de conductas consideradas por fuera de lo esperable. Algo común a un montón de cuestiones no solo con la orientación sexual, sino, por ejemplo, con los trastornos de conducta.

Un niño que anteriormente tenía hormigas en la cola, ahora es un hiperquinetico que tiene que ser medicado y con la aplicación de este intento de ley, tendría un asistente personal en el aula, atentando contra la integración y la acomodación del ámbito a la diferencia. Logrando de esa manera poner otro ladrillo en la pared a lo Pink Floyd.

Estamos yendo hacia una patologización de la diversidad en cualquiera de sus formas y de la mano de los actuales representantes del Ministerio de Salud aún más, porque tienen una visión que desconoce que la salud es la suma de varios factores, de los cuales el biológico es apenas uno más y quizás el menos importante.

Volveríamos a sistemas de encierro, personas que tienen un lugar para ser vulneradas, muy posiblemente lo sean más. Si vamos a pensar cual es la situación de las mujeres es de las peores: madres que son separadas de sus hijos por considerarlas locas. Y las personas trans y travestis lo son todavía más. Personas que han hecho elecciones diferentes o responden a una diversidad de género que la psiquiatría del cuerpo no puede entender ni pensar.

El concepto de Hospital para enfermedades Mentales, no considera los conceptos de género que podemos pensars hoy y el paciente no podría elegir, lo mínimo, por ejemplo en qué salas dormir, yoque todos los psiquiátricos se dividen en salas de mujeres y varones. Una ley de salud mental que no considera la diversidad no solo se alejaría del pensamiento actual, sino que fuerza a leer desde conceptos teóricos retrógrados, una realidad que ha cambiado porque se ha ajustado a la ampliación de los derechos individuales y a la integración social en las diferencias.

La psiquiatrización de la enfermedad mental considera compartimientos estancos basados en una noceografía psiquiátrica medieval, biologicista y positivista.

Hoy tenemos una ley modelo de la región que tiene como principio la desmanicomialización. Por primera vez se ubica a todas las personas con padecimiento mental como sujetos de derecho, algo que ahora parece normal, pero no lo era.

Quienes quedaban encerrados en un manicomio perdían no solo su derecho a la libertad ambulatoria sino sus derechos ciudadanos. Se le iniciaban dos expedientes uno que regulaba la internación y otro de incapacidad, una restricción a la capacidad jurídica. Derecho de manejar dinero, contractuar cualquier cuestión de por vida. Con la ley, estas personas adquirieron el derecho de contar con un abogado defensor; si la persona fue internada involuntariamente tiene derecho a oponerse. La internación para nosotros es el último eslabón, porque es un tratamiento restrictivo.

Esta ley por la que hemos luchado durante muchos años, genera resistencias porque cuestiona el poder médico hegemónico, el hospital como el único lugar donde atender un padecimiento, a la psiquiatría como a la única disciplina para intervenir sobre estos temas y la medicación como castigo o como medio de ajuste social.

Lugares de acumulación de poder médico y de los laboratorios medicinales que hacen sus negocios, que se dan en los psiquiátricos hace más de doscientos años en nuestro país.

El proyecto del Ministerio de Salud hace referencia a dos conceptos bastante vagos como el “arte médico” y “métodos científicos”. Juntos son sostenes de una verticalidad médica cuasi oracular. Esto es una regresión a la lógica médicocéntrica. Para el método científico positivista y retrógrado, una conclusión tendría que poder universalizarse sino no sería científica. Eso asume que las otras disciplinas no tienen voz legítima.

Los campos disciplinares hay que cuestionarlos, sino parece que el único que puede hablar de la psicofarmacología es el psiquiatra o el psicólogo de piscología, sin embargo hoy cuando uno habla de interdisciplina habla de poder generar un saber común donde el psicologo, como parte de un equipo tratante, pueda opinar sobre por ejemplo, una persona sometida a dosis elevadas de psicofármacos, porque se ve que su sistema en general está deprimido. La medicación en el psiquiátrico es utilizada para que las personas no molesten y en la sociedad para que se ajusten a ella y no a la inversa.

Claramente los psicólogos no podemos tratar a un paciente interceptado por el fármaco, en todo caso el fármaco tiene que poder dar las condiciones para un abordaje mejor y más continente.

Como conclusión diría que si el poder ejecutivo saca por decreto ese proyecto de ley de Salud Mental, realizado sin consulta interdisciplinaria, que es restrictivo de los derechos individuales, sería un retroceso de 50 años, echaría por tierra la ley del ejercicio profesional de psicólogo y sobre todo le haría un daño estructural a la sociedad.