Lilita y el Republicanismo bobo

Carlos Riedel27 noviembre, 2014

En el año 2002 el país hervía todavía por los efectos de la crisis del año anterior, los partidos políticos habían estallado y la burocracia sindical cómplice del menemato no salía de sus guaridas por miedo a los escraches y la repulsa popular. Sin embargo una nueva fuerza política empezaba a  nacer bajo el liderazgo de la diputada radical chaqueña Elisa “lilita” Carrió, la cual  con un discurso claro, denuncias fulgurantes y su autodefinición como “gorda y periférica” empezó a ganarse el cariño y la credulidad de la gente.

carrio

Esa fuerza era el ARI (Afirmación para una República de Iguales) donde se juntaban diversos dirigentes emanados de lo mejor de la cultura política argentina como Alfredo Bravo, Osvaldo Álvarez Guerrero, Marta Maffei, entre otros.

Precisamente el ARI convocó a un acto frente al Congreso por la democracia y la justicia social compartido con Luis Zamora; el dirigente trotskista que la gente admiraba más porque terminó vendiendo libros una vez terminado su mandato como diputado que por sus posiciones de socialismo duro y dogmático; y la CTA, una de las más brillantes construcciones sociales y sindicales que se hayan creado, que resistió y combatió el vendaval neoliberal de los noventa. Pero ninguno de los dirigentes máximos de las tres fuerzas convocantes hablaron en el acto-quizás por exceso de ego- en el mismo se leyó un tibio discurso leído por los actores Héctor Bidonde y Norman Briski que presagiaba lo difícil que iba  a ser construir una alternativa de izquierda democrática en el futuro.

Tiempo más tarde y tras un viaje que hizo lilita a Sudáfrica volvió con el chip cambiado, dejó sus ideas de centro-izquierda que aseguraba defender y bañada con un discurso de “Fukuyarismo” decretó el fin de las ideologías, del paradigma izquierdas-derechas, y que la alternativa pasaba a ser república o antirepública, de ese modo da un viraje en su partido y “reemplaza” a Maffei por Patricia Bullrich, a su economista Rubén Lo Vuolo por Prat Gay, las ideas de Alfredo Bravo por las de Fernando Iglesias, un “talibán” defensor de lo peor del antichavismo, de ser denunciante conjuntamente con Mario Cafiero del megacanje y la deuda externa a enviar cartas chupamedias a la embajada norteamericana, y enojada porque  una de sus mejores diputadas Marcela Rodríguez promocionó un proyecto de obstrucción de trompas, creó la Coalición Cívica-ARI una verdadera menesunda política donde confluían los viejos ARI con extraños personajes de la nueva, vieja anti política.

Más allá de nombres e historias, Elisa Carrió ha conducido su camino político a una derechización lamentable, construye y destruye lo que acaba de construir, transforma en enemigos públicos a quiénes hasta ayer nomás iban de su brazo y denunciándolos de las peores calamidades, o al revés puede llegar a pactar con quien definió como corrupto con el solo objetivo de lo que ella llama “salvar la república” (¿y el contrato moral?). Lo peor de esto es que la propia Carrió cree que ella es la república o el ángel salvador que la librará de los que la quieren destruir, en este aspecto tiene puntos de coincidencia con el mesianismo kirchnerista que cree, a partir de su relato, que con la llamada década ganada ha comenzado la historia de la patria.

¿De que serviría salvar la república si este concepto está vacío de contenido? Los países tienen tensiones, intereses contrapuestos, contradicciones, luchas de clases y de poder, una república sin la contemplación de estas contradicciones es practicar un republicanismo bobo que no construye una nación en serio y se transforma en una cascara vacía. No se construye una nación sin una república (modelo kirchnerista) pero tampoco una república sin una nación soberana; ¿será este el modelo de lilita?

Tampoco se construye una república si no se entiende a la política como una construcción colectiva y democrática, y Lilita ha estado muy lejos muchas veces de hacerlo como líder política, es recordable por ejemplo su actitud cuando en el 2009 impuso de prepo legisladores cobistas en las listas de la Coalición Cívica, como fue el caso de “cachi” Gutiérrez ,intendente de Pergamino, quien tuvo que dar un paso al costado por el escándalo de su posible connivencia con el proxenetismo en su ciudad y fue reemplazado por otro cobista; Mario Barbieri, intendente de San Pedro quien no renunció para asumir como diputado a la intendencia. ¿Y la república y la democracia?

Elisa Carrió ha sido una gran ilusión para muchos (me incluyo), pero ha sido también una profunda y lamentable decepción. En alguna oportunidad ha querido emularse con figuras de gran prestigio moral como Leandro Alem y Lisandro de la Torre, ambos terminaron sus vidas suicidándose, Lilita lo ha hecho políticamente en reiteras ocasiones. Su última acción de pegar un portazo en UNEN y coquetear con el macrismo, creo ha sido la última.