Aumentaron 40% las denuncias de ataques sexuales contra menores

Carlos Riedel25 septiembre, 2017

Todos los relatos de abuso infantil son oscuros y brutales. Hay casos estremecedores, sobre todo cuando familiares o adultos de confianza fueron los responsables de la agresión. El sufrimiento de esos niños y niñas puede durar toda la vida. Y lamentablemente ese delito no disminuye, sino todo lo contrario. En el primer semestre de 2017 aumentó 40% la cantidad de denuncias sobre abusos de menores en la ciudad de Buenos Aires, con relación a los primeros seis meses del año pasado.

En los últimos ocho meses se registró un promedio de cuatro denuncias diarias en todo el país, según publica el diario La Nación.

Según la Dirección de Orientación, Acompañamiento y Protección a Víctimas (Dovic), un organismo de la Procuración General de la Nación, se notificaron 228 casos de abuso infantil este año. Pero esos registros corresponden sólo a los casos denunciados en las fiscalías porteñas, a nivel nacional la cifra se incrementa estrepitosamente.

De acuerdo con el último informe del Programa Las Víctimas contra la Violencia (PVCV), que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, en el período comprendido entre noviembre del año pasado y julio de 2017, hubo al menos 1024 víctimas de abuso sexual infantil en la Argentina.

Del total de menores abusados que registró el PVCV, la mayoría corresponde a niñas (63%). Además, observaron que en la mayor proporción de esos casos (70%) el agresor fue un familiar cercano. En los expedientes investigados se determinó la responsabilidad del padre en el 40% de los ataques.

Para la psiquiatra forense Silvia Martínez, esa cifra es crítica, porque una persona de gran confianza hace algo que el niño no comprende. “Se rompe un vínculo clave y en el lugar de la relación de apego y protección aparece un agujero negro en la vida psíquica de los niños; prevalece una confusión ya que no entienden lo que pasa con aquel individuo que debía cuidarlo”, indicó.

Los niños que entran forzados a este mundo adulto, relatan vivencias estremecedoras que no concuerdan con la inocencia de su natural etapa de vida.Para Alma, todo comenzó luego de descubrir los mensajes de WhatsApp que le enviaba un hombre de 43 años a su hija de sólo 10. En esas conversaciones se detallaba cuánto le había gustado al agresor la relación mantenida con la niña. La vulgaridad del lenguaje en los mensajes a su hija y los hechos que relataba, llevaron a Alma a enfrentar a la menor y preguntar qué ocurría cuando se encontraba con un vecino de la familia.

Al escuchar las palabras de su madre reviviendo los encuentros con el hombre, la menor buscó quitarse la vida. Un familiar que se encontraba en la casa en ese momento evitó esa tragedia. Luego de una denuncia en la comisaría, peritajes psiquiátricos y exámenes médicos a la víctima, se pudo confirmar el abuso y el caso se encuentra en proceso penal, en espera del juicio.

“Es tal la violencia y la crueldad en estas prácticas sexuales a menores que a veces es más fácil pensar que el niño fabula, antes que considerar que un adulto referente en su vida ha sido capaz de cometer un abuso con ese nivel de perversión y en forma sistemática”, explicó a Malena Derdoy, directora de Dovic, quien además señaló que algunas de estas prácticas se sostienen durante años e incluso décadas.

“Todas las personas que están en contacto con la niñez tienen que tener una actitud de escucha activa”, explicó Derdoy. Para los especialistas, la prevención del abuso sexual infantil puede lograrse sólo si se implementan políticas públicas que pongan al descubierto ese delito.

“Es clave que los niños sepan que no es natural que sufran maltrato y que tengan un espacio donde puedan hablar, desde las escuelas hasta los clubes y en especial en el círculo familiar”, señaló la directora de Dovic.

Según los psicólogos consultados, existen indicadores físicos y de conducta que podrían delatar un abuso sexual en niños y adolescentes. “Debe haber cambios significativos en diferentes áreas del comportamiento del menor, desde infecciones en el tracto urinario hasta ropa manchada o rota, sangrados en distintas partes del cuerpo, aumento de trastornos somáticos, regresión en el lenguaje, compulsión sexual, llanto, temor a la oscuridad y depresión”, enumeró Alejandro Farji, psicólogo forense y clínico. El especialista añadió que el niño es más vulnerable a este tipo de abuso hasta los ocho años, y en general las niñas son las principales víctimas.

Para Martínez, luego de un abuso infantil, las víctimas tienen un cuadro de estrés postraumático, en especial cuando no encuentran una salida de la situación y el sometimiento continúa durante años. “Ellos reviven algo que sucedió y se expanden los síntomas que tienen que ver con el hecho traumático, como depresión, intentos de suicidio o conductas parasuicidas”, indicó la psiquiatra forense.