Se reabre el debate por la portación de armas

Carlos Riedel21 octubre, 2017

La Provincia fue condenada por el asesinato que cometió un policía mientras se encontraba fuera de servicio. Aún así, defiende el llamado “estado policial”. Desde enfrente le ponen reparos.

La condena a la provincia de Buenos Aires por el asesinato que provocó en 2012 un policía con su pistola reglamentaria mientras se encontraba fuera de servicio puso de nuevo en el tapete la portación de armas de los agentes de seguridad cuando se retiran del trabajo.

El debate apareció por última vez cuando se discutió la creación de las policías locales, en la última etapa del gobierno de Daniel Scioli. Antes fue en tiempos en los que León Arslanián era ministro de Seguridad de Felipe Solá.

En ambas ocasiones primó el “estado policial”: un policía nunca deja de ser policía.

El juez en lo Contencioso Administra-tivo Nº 1 de La Plata, Luis Arias, sentenció recientemente a la Provincia a in-demnizar por una suma millonaria a la familia de Diego Salto, quien falleció a manos del subayudante policial Federico Luciano Duarte, quien, fuera de su turno, le disparó con su arma reglamentaria.

El fallo reaviva el debate por la portación de armas, donde existen posturas muy divididas. Desde el ministerio de Seguridad bonaerense no hay espacio para dudas y defienden la legislación actual.

“Todo el mundo sabe si una persona es policía, por lo tanto tiene que contar con armas para defenderse o, incluso, para poder actuar ante episodios de inseguridad”, respondieron a La Tecla desde la cartera que conduce Cristian Ritondo.

El nudo de la discusión pasa por la ley provincial 13.201, sancionada en 2004. En el artículo 11 señala que el efectivo policial tiene derecho “a portar armas provistas por la institución durante el servicio y fuera de aquél, cuando así lo juzgue necesario y previa autorización del superior”.

En el medio aparece, también, el análisis de las consecuencias letales que ha tenido
la fuerza de seguridad. La portación de armas por parte de agentes fuera de servicio es una medida observada en reiteradas ocasiones, en especial ante casos de “gatillo fácil”.

De acuerdo a un informe de la Comisión Provincial por la Memoria, el 70% de las muertes provocadas por efectivos policiales en 2016 en el Conurbano bonaerense tuvieron como protagonistas a agentes que se encontraban fuera de servicio. Así se desprende del análisis de una muestra de causas de los departamentos judiciales de San Martín y La Matanza realizada por el Observatorio de Políticas de Seguridad.

La explicación más recurrente en los expedientes es que los efectivos fueron sorprendidos mientras circulaban, vestidos de civil, en sus motos o automóviles particulares y les intentaron robar. En el menor de los casos se trata de hechos en defensa de terceros.

Rodrigo Pomares, responsable del área de Seguridad Democrática de la Comisión Provincial por la Memoria, sostuvo que se debe “estudiar el fenómeno”, dado que lo más grave son las muertes. Y pi-dió reglamentos claros. “Tiene que haber una reglamentación que incluya capacitación y protocolos específicos de cómo actuar; hoy, eso no existe”, afirmó a
La Tecla.

En tanto, Nicolás Masi, líder del autodenominado Sindicato Policial de Buenos Aires, defendió la posibilidad de que un efectivo lleve el arma todo el tiempo, si lo decide, por propia seguridad; y, además, por respeto a las órdenes superiores. “Si un policía ve un ilícito y no actúa, le pueden hacer un sumario y echarlo”, recordó.

Masi no descartó la necesidad de un protocolo, aunque bajo la condición de que haya dado resultados en otros lugares y que esté “adaptado a la realidad local”. Asimismo puso el acento en la espinosa cuestión de la formación policial. “Es obsoleta”, consideró.

Por su parte, el diputado Ramiro Gutiérrez, del Frente Renovador, especialista en seguridad, presentó un proyecto de reforma integral de la Policía, que incluye escuelas de reentrenamiento.
“No hace falta un protocolo, sino entrenamiento, capacitación y profesionalización de la fuerza”, enfatizó el legislador.