Frigoríficos en Zárate: las voces de los trabajadores (Segunda parte)

Carlos Riedel12 noviembre, 2023

Por Arq. Silvia Irene Baccino... Se comparte un fragmento de la investigación realizada sobre la industria frigorífica en Zárate por la Arq. María Luisa Sorolla; el Profesor Sergio Daniel Robles y quien está a cargo de MIRADAS HACIA EL PASADO ZARATEÑO, enmarcada en el proyecto denominado: COLECCIÓN NUESTRA HISTORIA - Publicaciones del Museo Histórico Quinta Jovita y el Archivo Histórico de la Municipalidad del Partido de Zárate / Estudios sobre la Historia de Zárate. Fue publicada en julio de 2007 por la Editorial de los Cuatro Vientos, con el título de LA PRODUCCIÓN. LA INDUSTRIA FRIGORÍFICA, y esta primera edición se encuentra totalmente agotada.

En 1903 comienza a construirse en Zárate en proximidades del antiguo saladero La Criolla, un nuevo frigorífico de capital inglés The Smithfield and Argentine Meat Company Limited sociedad constituida legalmente el 17 de enero de 1903. Una de las primeras obras encaradas fue la construcción de dos muelles (autorizados el 19 de octubre de 1903) de vital importancia para desembarcar materiales y demás enseres.

El diario El Debate, nos relata una crónica de las obras realizadas durante aquellos primeros tiempos: “Las obras del nuevo frigorífico han sufrido un poderoso impulso en estos últimos años. En efecto ha quedado ya librado al servicio el gran galpón para el almacén de materiales y de trabajo con toda actividad en la terminación del Departamento destinado a carpintería el que quedará completamente listo en la semana entrante. También ha sido terminado el departamento de escritorio, así como la primera sección del muelle. Actualmente trabajan 50 hombres en el desmonte de barranca y terraplenamiento de los terrenos en que se levantarán las grandes construcciones del establecimiento. Dese el lunes se encuentra atracado al muelle en el nuevo frigorífico el espléndido vapor inglés Highland Chief el que ha traído a su bordo 3000 barricas de cemento portland con destino a las construcciones a efectuarse”.

El frigorífico comenzó a operar a partir del 28 de febrero de 1905 en que realizó su primera matanza siguiendo, tres meses después, el primer embarque de carne enfriada de cámara con destino a Inglaterra (29 de mayo). Por entonces la mano de obra empleada se limitaba a unos 150 obreros.

Una proporción de los trabajadores del frigorífico estaba constituida por mujeres y menores de edad, algunos de ellos niños. Para evitar el trabajo infantil en edad escolar, las autoridades respectivas solicitaron a la gerencia del frigorífico que no empleasen a niños menores de 13 años. El diario El debate de junio de 1915 expresaba al respecto: “A raíz de la nota que pasara últimamente el Consejo Escolar a la gerencia del frigorífico “The Smithfied” llamándole la atención de que se ocupaban allí menores de edad escolar, lo que importaba infringir las disposiciones de la ley de educación de la provincia, Mr. Lambe dando una prueba concluyente de su buena voluntad y de respeto a la ley, hizo despedir a todos los menores de 13 años abajo. A ese efecto obligó a los interesados que presentaran el certificado de edad que debía expedir el Registro Civil.”

-Vista general del “The Smithfield” que comenzó a operar a partir del 28 de febrero de 1905-

El “Smithfield” fue el único establecimiento en Zárate que sobrevivió a la crisis de los años ´30, alcanzando el momento de mayor productividad durante la Segunda Guerra Mundial, cuando llegó a emplear alrededor de 7000 personas en una labor extenuante que comprendía el faenamiento diario de 10.000 lanares, 2.000 vacunos y 2.000 porcinos. Los enormes barcos de la flota inglesa estacionados en el muelle del frigorífico ofrecían a los habitantes de Zárate un espectáculo no menos pintoresco por lo frecuente.

-Vista aérea del Frigorífico “The Smithfield”. Década de 1940-

En 1949 los ingleses venden el paquete accionario de “The Smithfield”, pues lo considera antieconómico. Desde 1954 en adelante CAP invirtió alrededor de 240 millones de pesos destinados a perfecciona técnica y estructural de la planta frigorífica de Zárate, como la construcción total del edificio Sección Hielo por un monto de $ 13.576.618 y las obras de ampliación realizadas con una capacidad para sacrificar 9000 ovinos y 1500 vacunos diarios.

En aquel lapso de instaló en la planta grupos generadores, se construyó un desembarcadero de hacienda sobre Ruta Nacional 12, se techó la sala de máquinas. Sin embargo, el 28 de febrero de 1959 el directorio de CAP dispuso la supresión de la playa de lanares y el traslado de esa línea de faenamiento a su establecimiento CAP La Negra. Ello al mismo tiempo implicó la automática cesantía de 730 trabajadores.

Los despidos continuaron, en abril de 1960 fueron despedidos 820 obreros y empleados y el 30 de julio de 1960 otros 1200 obreros y empleados fueron declarados cesantes. A finales de 1960 y principios de 1961 se reincorporaron 440 trabajadores, pero el 31 de julio de 1961 nuevamente son despedidos 450 obreros y empleados.

Esto dio origen a que al día siguiente se convocara a una asamblea que resolvió marchar al establecimiento y ocuparlo. El 30 de agosto Smithfield-Cap cerraba definitivamente sus puertas.

-El “The Smithfied” en la década de 1940-

Luego de una paralización de dos años, se iniciaron gestiones para reabrir la planta bajo la figura de cooperativa. El presidente Arturo Illia y su gabinete dieron su apoyo para llevar adelante esta iniciativa. El 4 de julio de 1965 un grupo de personas se entrevistó con el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Anselmo Marini, el Ministro de Acción Social, Alfredo Camarlinghi, y el presidente de la Comisión de Carnes de la Provincia de Buenos Aires, Alberto Garaycochea, para concretar el pago de un subsidio de $ 8000 mensuales hasta la normalización de la planta.

El 25 de octubre de 1965 quedaba fundada la Cooperativa Martín Fierro, realizando su primer faenamiento el 28 de enero de 1966.

Sin embargo, la situación económica del frigorífico continuó empeorando y el 29 de junio de 1966 sobrevino el despido masivo de 600 trabajadores. En la planta quedaron prestando servicio 185 personas para cubrir tareas administrativas consideradas indispensables. Era todo lo que quedaba de un total ocupado al 31 de mayo de 1964 de 1450 personas. Con diversas alternativas, la Cooperativa sobrevivió hasta la década de 1990, sobrellevando una lenta agonía que terminó con la vida de uno de los establecimientos industriales más importantes que tuvo nuestra ciudad a lo largo de casi un siglo.

-Vista general del “The Smithfield” que alcanzó el momento de mayor productividad durante la Segunda Guerra Mundial-

-Vista general del “The Smithfield” en la década de 1940”-

-Emplazamiento y muelle del Frigorífico Smithfeld. 1939-

En 1912 Jorge Mitchell Hall en representación de la firma Anglo South American Meat Co. Ld. compró a Carlos Robert Howe de la firma Armour, (20) 146 hectáreas de campo por $ 161.548, tierras que habían pertenecido a la familia Asebey. En el sector ribereño del mismo comenzaría a construirse poco después el frigorífico Anglo, popularmente conocido por Hall, el tercero en establecerse en el Partido de Zárate.

Para lograr una completa comunicación por agua y tierra, el 22 de octubre de 1913 Hall solicitó del intendente municipal la convalidación del convenio que había suscrito con el Ferrocarril Central Argentino para construir un desvío con el objeto de facilitar la entrega de materiales y hacienda con destino al mismo.

Comenzó a faenar en 1916 e integrado, desde 1928, a “The River Plate British and Continental Fresch Meat Co.” y la compañía “The Union Cold Storage Limited” el establecimiento funcionó hasta el 17 de noviembre de 1931, en que cerró sus puertas como consecuencia de las dificultades que la empresa encontraba en la colocación de sus productos por la situación del mercado mundial. La barriada de Villa Angus quedó desolada durante varios años.

Relato de los vecinos de Villa Angus refieren que en ese año en que cerró el frigorífico, los obreros que trabajaban allí tuvieron la oportunidad de trasladarse a otros establecimientos instalados en Berisso (Swift, Armour) y en Avellaneda (Anglo, La Negra y La Blanca) produciéndose el despoblamiento parcial del barrio. Poco a poco las casas fueron demolidas.

3. LAS VOCES DE LOS TRABAJADORES

La historia de los frigoríficos en el Partido de Zárate sería aún menos completa -en esta ardua tarea de reconstrucción del pasado- sin el testimonio de quienes trabajaron en ellos. Sus voces nos brindan en forma inequívoca, ese sabor de lo vivencial, de la anécdota risueña que da el paso del tiempo aún a las situaciones más adversas, acercándonos de una manera “más humana” a aquellos momentos que hoy forman parte de nuestro pasado. Los testimonios de los trabajadores del Smithfield fueron obtenidos por los autores de la investigación en el verano de 2007 en la sede del Museo Histórico de Zárate - Quinta Jovita.

Cipriano Reyes en el “Anglo”

Cipriano Reyes, en sus memorias “Yo hice el 17 de octubre” (Centro editor de América Latina. Vol. 1. Bs. As. 1984), describe su llegada a Zárate en 1921 para trabajar en el Anglo: “Mi padre, leyendo los diarios se encontró con sobresalientes avisos del frigorífico Anglo South American Argentina (Anglo), en los que solicitaba gente para trabajar, ofreciendo “buenos jornales”. Mi padre inmediatamente con su espíritu andariego de gorrión vagabundo, resolvió nuevamente levantar la carga, esta vez de su circo imaginario, y nos trasladamos a Zárate buscando nuevos horizontes… Cuando llegamos a Zárate fuimos a vivir a una humilde casa del barrio de Villa Angus, población puramente obrera con calles de tierra y oscuros andurriales, formada en su mayor parte por rancheríos de barro ocupados por gente sin recursos, que llegaban desde distintos puntos del país, especialmente de las provincias de Corrientes y Entre Ríos, para trabajar en los frigoríficos… Todavía no había pasado un mes cuando ya mis hermanos y yo trabajábamos en el frigorífico Anglo. Mi padre -continúa el relato Reyes- había hecho los trámites previos ante la empresa con los avisos de los diarios en su mano. Yo fui destinado a la sección tripería, lugar sucio y aborrecible, frío e inundado, donde había que trabajar calzado con botas o zuecos de suela de madera y delantales de lona impermeable. Por ser menor ganaba como las mujeres, diecisiete centavos por hora, pero trabajaba igual que los mayores. Ese enorme establecimiento no era otra cosa para mí que una verdadera ciudad de trabajadores aprisionados a los que contemplaba con asombro. Jamás había imaginado que existiera una cosa así, ruidosa y gigantesca en la que se movían día y noche miles de obreros, bajo una disciplina rígida vigilados por policías uniformados, aparte del llamado cuerpo de serenos vestidos con guardapolvos grises, gorras con viseras negras, que vigilaban al personal durante las horas de trabajo... que tomaban el tiempo a los obreros cuando iban a los baños y que cuando demoraban más de lo que ellos creían prudente, le golpeaban la puerta del retrete con una llave de hierro que siempre llevaban consigo, para que se apuraran. Dentro de los sucios pasillos de esos baños siempre se hallaban dos o tres de estos individuos que formaban el cuerpo de vigilancia controlando la entrada, permanencia o salida…”

Las voces de trabajadores del “Smithfield”

Giovagnoli Hugo (2 de enero de 2007)

“Mis padres fueron Héctor y Griselda y yo fui el menor de mis hermanos que se llamaban César, Alcelo, Sila, María Otelo y Fulvio algunos nacidos en Italia. Hoy están todos fallecidos.

Mi padre -como mis hermanos- trabajé en el frigorífico, llegando a ser jefe de carpintería; Otelo trabajó en bobinaje y fue capataz de taller, Sila fue jefe de la sección eléctrica; a mi hermano Alceo lo despidieron por ser de izquierda, pero lo volvieron a tomar cuatro años después. Nosotros éramos todos socialistas. Mi padre no tuvo militancia, solo socialista de izquierda, pero mi hermano Alceo en cambio sí.

Cuando entré en 1936, tenía 16 años de edad y ya trabajaban mi padre y mis hermanos mayores.

Durante la época de la guerra vino mucha gente de Entre Ríos y Corrientes para trabajar en el frigorífico, llegando a ocupar 7000 personas.

Las mujeres trabajaban en la conserva, tripería y pinturería, donde se pintaban los tarros. Llegaron a trabajar 700.

Yo trabajé en el taller cuando ingresé, era donde se fabricaba la pieza que cortaba los tarros. Nosotros lo llamábamos estampa o matriz y se cortaba en épocas fuertes 50 ó 60 mil tarros por día. En tiempos de guerra trabajaban las 24 horas.

Se faenaban novillos, vacas, pollos, pavos, cerdos y aves de corral, en cada turno trabajaban 3000 personas. Las condiciones de trabajo eran buenas, el horario era de 8 horas, pero hacíamos 12 o 15 dependiendo lo que se hacía en la tachería. Yo era el que hacía las estampas. Entrábamos a veces a las 12 del mediodía y salíamos a la las 4 de la mañana, pero no era siempre.

Donde yo estaba no había chicos, solamente yo, pero en otros sectores sí, había peoncitos. Trabajé hasta el ’47 porque me trasladé a Córdoba por 000el asma de mi hijito que hacía poco que había nacido. Estuve 4 años trabajando en el campo. Luego volvimos a Zárate (1951/52) cuando el frigorífico era CAP, y el gerente Beade, trabajé nuevamente de 1950/52 hasta 1957. El frigorífico tenía venta directa a su personal con precios más bajos.

En Copiapó, en ocasiones, había entre 5000 y 7000 animales con el propósito de recuperar el kilaje perdido durante el viaje.

En los barcos que atracaban en el muelle del frigorífico había orientales; todos bajitos, eran marineros, pero en la plana mayor eran ingleses. Más de tres días no tardaban en cargar, tarea que corría a cargo del frigorífico. Los marineros traían relojes, pulseras y los vendían aquí.

En carpintería se trabajaba mucho, se hacían cajones para los tarros. Estaba el aserradero donde se cortaba la madera y la cajonería que los armaba. Al mediodía se paraba para comer, pero eso no ocurría en la época de los ingleses.

Me acuerdo que en una inundación se cubrió de agua el taller y una parte de la conserva. El muelle estaba a cargo de mi padre. Al costado de él había una casilla bastante ancha, casi de la extensión del muelle, donde había cuatro motores que bombeaban el agua para el frigorífico y trabajaban de a dos por vez.

-Área de trabajo del Frigorífico “The Smithfield”. Década de 1940-

Oscar Melitón (enero de 2007)

“Nací en Zárate a tres cuadras de donde estoy viviendo actualmente, al lado de donde está el Club Cossini. Fui a la Escuela N° 6 hasta que terminé sexto grado (ingresábamos a los 8 años de edad). Un día mi mamá me dijo: “mañana tenés que ir a trabajar porque ya te conseguí trabajo”. Mi mamá trabajaba en el frigorífico, en la fabricación de bolsas. Las mercaderías se embolsaban, entonces, arriba, se fabricaban todos los tipos de bolsas. Yo trabajé junto a mi mamá, entré a trabajar en el depósito de bolsas; después pasé a trabajar en playa, que dependía de la Junta Nacional de Carnes, clasificando la carne. Nosotros poníamos el sello de primera, segunda, tercera y cuarta según la calidad.

En esa época se mataban 2000 novillos por día; era la época de la guerra, en el puerto había 6 ó 7 barcos esperando y después como la falta de bodega era muy grande llevaban la carne deshuesada, primero las llevaban enteras o medias, las cortaban, las deshuesaban, las despostaban y las colocaban en unos moldes, que tenían unos 10 centímetros por 50 o 70 centímetros más o menos. Esto se hacía para aprovechar al máximo la bodega. Después estaban todas las menudencias, que eran hígados, mondongos, mollejas, entrañas, riñones, todo eso era menudencia que se embolsaba para su exportación.

Cuando llegaban los barcos, la tripulación que estaba integrada por gente de las colonias inglesas bajaba y se dirigía a la fonda de Zabala, que estaba ubicada entre las calles Arribeños y Caseros, y allí tomaban que daba miedo, especialmente cerveza: la mayoría eran negros, había algunos que eran blancos, ingleses. Y cerca de ese lugar había un prostíbulo con control médico.

Después hubo una época en que se hizo factura, chorizos, pero parece que no anduvo porque después lo dejaron de producir. También se faenaban lanares que podían llegar a 1000 en una jornada.

El ferrocarril llegaba al frigorífico a través de un desvío. Los vagones de dos pisos, cargados de corderos, se los ubicaba en el desembarcadero destinado para estos animales. Durante la segunda guerra mundial se exportaba todo para Inglaterra y aquí se trabajaba una barbaridad.

La matanza se hacía con martillo. El animal entraba por el brete hasta llegar al martillero, que era un tipo montado sobre el animal dándole un golpe sobre la cabeza, dejándolo a veces atontado, a veces ya muerto, luego le ataban la pata y lo levantaban trasladándolo hasta la playa, allí otra persona lo degollaba y enseguida empezaba a trabajar: las manos, los cueros, las patas, lo tumbaban, haciendo la parte del matambre, el pecho y sacaban los cueros, luego se lo llevaba hasta la noria donde le abrían la panza, le sacaban todas las menudencias, todo eso iba abajo, a la tripería, a través de un sistema de tubos. El animal ya limpio, sin el cuero, vísceras ni cabeza, llegaba a la parte de sierra donde era abierto por la mitad, quedando dos medias reses; luego lo lavaban con mangueras y entraba a inspección veterinaria donde se inspeccionaban las glándulas. Los veterinarios eran Bortolussi, Morales y Poggio.

Los animales que no eran novillos iban a la conserva, donde se hacía el picadillo. El paté de foie lo hacían con el bofe, también se enlataban las lenguas de cordero y de vacuno para la exportación.

El frigorífico tenía la estancia Copiapó que empezaba donde ahora está la firma Toyota hasta casi el río. Por la estancia pasaba el ferrocarril con un desvío; descargaban la hacienda allá abajo, donde tenían los corrales viejos, allá al fondo, cerca de las vías y después la arriban hasta el frigorífico. El edificio de la estancia sirvió para alojar a Frondizi, cuando descansaba siendo Presidente de la República. Sobre la calle Alférez Pacheco comenzaba la propiedad del frigorífico, con el barrio, la cancha de fútbol… Era muy lindo, todo lleno de árboles y quintas, donde sembraban muchas verduras. En la época de la guerra, en toda esa parte donde está la arenera y la parte de atrás, hasta abajo del puente, se sembraban zanahorias, las zanahorias que salían de allí eran increíbles. También había arvejas que se usaban para hacer una preparación con carne en la época de la guerra. Se hacía una especie de masitas (con carne) para los soldados y nosotros a veces comíamos algunas.

En la época en que el frigorífico perteneció a los ingleses no hubo trato con ellos; faltaba el látigo nomás, no podíamos fumar un cigarrillo, no se podía comer un sándwich. La gente hacía cola en las puertas del frigorífico para conseguir trabajo; entonces el jefe de personal elegía a los que le parecía.

Muchos colectivos llevaban la gente al trabajo, una vez llegué a contar 36, eran de diversas líneas: estaba Cracco que era uno de los que más unidades tenía, estaba Cachaza, Mansilla, Butano. Mariano Martins tenía unos colectivos verdes. En Zárate había negocios por todos lados. La gente trabajaba en el frigorífico; algunos ahorraban dinero y podían hacerse la casita, otros se la gastaban, era una joda bárbara.

Había un sector del frigorífico donde se pintaban las latas y luego se las etiquetaba, allí trabajaban muchas mujeres.

Cuando llegó el gobierno peronista cambió todo, como del día a la noche. O sea, nos pasamos de una y fuimos a la otra, porque la gente desgraciadamente no sabe apreciar lo que le dan, entonces que ocurría: con la mano dura que tenían los ingleses, cayó la otra mano floja cuando estaban los sindicatos; muchos aprovechaban, se echaban a dormir, robaban la carne, robaban las medias reses que iban a exportación… llegó la época del aguinaldo y las vacaciones, y cuando se hizo la clínica obrera, el sindicato hizo la clínica. La gente del sindicato iba ad-honorem. Algunos de los que recuerdo, Orlindo Fernández, Mc Carthy, Rossi, Di Paolo, el que fue intendente. Yo de muchacho fui muchas veces a cooperar ahí.

Con el primer aguinaldo que fue a fin de año, se repartieron pan dulce y sidra entre los trabajadores, pero el grueso de la gente no se los llevó, pero después se comía dentro del frigorífico, porque había pan dulce por todos lados.

En el frigorífico tomaban unos exámenes para ascender. Quien tomaba los exámenes era la maestra Iglina, casada con Raíl, el hijo de Manuel Iglesias que era jefe de playa. Este viejo, Dios me libre, era bravo, le tenían miedo, claro porque te echaba al diablo; tenías que cuidarte, era mano dura de los ingleses. En el examen que participé, nos tomaron regla de tres simple y de tres compuesta, un dictado y una composición. El aprobarlo me permitió ingresar a la oficina general. Así, luego fui ascendiendo a segunda, tercera, cuarta… llegando a la máxima.

Cuando empezó a funcionar la CAP había entre 2000 y tres mil personas trabajando y se empezaron a realizar construcciones nuevas, y cuando se demolió parte de las construcciones antiguas, se descubrió que no estaban sobre pilotes. Habían llegado a la tosca y eran todos arcos construidos en 1905, eran de 45 a 60 centímetros más o menos. Esas eran las bases; estaba ahí abajo, como a 8 o 10 metros de profundidad. Cuando fuimos nosotros que estábamos en la oficina técnica, vino FACA, una empresa grande de construcción y empezó a pilotear. Pusieron 4 o 5 pilotes y por ahí iban a colocar un pilote y a los ocho metros empieza a rebotar; el rebote daba cuando se encontraba con algo duro y esto no podía suceder, se fueron a 23 o 24 metros: ¿Y qué pasó? Que no podía pasar. Le estoy hablando del año 1958 o 60. ¿Qué había pasado? Los pisos de las cámaras y el frío se habían ido abajo. Era hielo que encontraron a 8 metros, era un bloque de hielo que no había caso para romper. ¿Entonces qué se hizo? Se trajeron mangueras con vapor. Se mandó vapor y entonces entraron los pilotes que querían colocar.

Bueno, yo finalmente me fui del frigorífico en 1961, después de 20 años, ya que empecé a ejercer como maestro mayor de obras. Por aquel entonces quedaban en el frigorífico unas 1500 personas.”

-Frigorífico “The Smithfield”, se destaca la importante presencia de personal femenino. Década de 1930-

Juana Esther Moix (Testimonio del 28 de febrero de 2007)

“Nací en Rocamora, Provincia de Entre Ríos el 27 de diciembre de 1926, llegando a Zárate con mis padres en 1931. En mayo de 1942, cuando tenía 16 años, comencé a trabajar en el frigorífico. Usaba un guardapolvo gris cuya tela era proporcionada por el establecimiento. Trabajé en la sección conocida por la “Lavada”, el sector donde llegaban los enlatados con el producto envasado, luego de pasar por un horno eléctrico que las mujeres recogíamos de a cuatro. Luego, los trasladábamos en un carrito al sector de etiquetado. Trabajábamos seis horas, porque éramos menores de 18 años y teníamos media hora para tomar el café. Trabajé poco tiempo y regresé al mismo sector cuando fui mayor de edad… Me desempeñé luego en tripería, donde limpiaba las entrañas, le sacaba la grasa, médula y la piel. Allí trabajábamos hombres y mujeres.

Ya terminando su relato por su breve paso por el frigorífico, la señora Juana recuerda que “el trato era bueno pero severo. En el baño había una serena que cuando pasaba un tiempo les golpeaba la puerta”.

-Actividad en una de las áreas del Frigorífico “The Smithfield”. Década de 1940-

Carlos Ponsa (Testimonio del 12 de enero de 2007)

“Ingresé a trabajar en el frigorífico en el año 1940, cuando tenía 18 años; después de haber hecho la conscripción como soldado voluntario oficinista en el distrito. Estuve 42 años, pasando la época de los ingleses, de la CAP y de la Cooperativa Martín Fierro.

Cuando más gente hubo fue en 1942, era impresionante cómo trabajaba; había entre 7200 y 7500 personas; entre ellas 2000 mujeres, algunas tenían 18 años. Yo me fijaba en los registros de 1914 y alrededor de la mitad del personal era extranjero: turcos, españoles, italianos, también había algunos chinos. Pero posteriormente, durante las décadas de 1930 y 1940 había mucha gente de Entre Ríos. Hubo un caso de un entrerriano que trabajó en una quincena y en la segunda no fue; después regresó, porque como había ganado mejor que allá, dijo que par que iba a trabajar el mes completo.

Entré a trabajar en la oficina de tiempo (personal) Había allí 50 personas distribuidas en personal, liquidación de jornales (tiempo) y chaperos. Estos últimos eran los que controlaban el horario de ingreso y egreso de los trabajadores mediante las “chapas” de bronce que tenían un número y se entregaba a cada trabajador. Naturalmente no había máquinas de calcular; había un librito que se llamaba “cuentas hechas”; yo tenía el sexto grado y creía que sabía sumar; si, pero dos cuentitas, pero aquí las cifras eran enormes. Al principio costó, después uno adquiere rapidez.

El frigorífico aprovechaba todo del novillo, lo único que no se podía industrializar era el mugido, después se usaba todo; con los nervios se hacía cola de carpintero, con los pelos de la oreja no sé bien, pero se aprovechaban.

Recuerdo que una de las cosas que fabricaba el frigorífico era el extracto de carne, qué rico era. Se preparaba con los jugos y pequeños restos de la carne hervida; el agua evaporaba mientras con una paleta se iba removiendo una sustancia espesa, que era de color oscuro. En el frigorífico se hacían también las latas donde iba el corned beef, picadillo conocido como jamón del diablo, que había obtenido premios internacionales. Había una máquina de industria argentina que doblaba la chapa y una vez terminada con el producto, se le sacaba el aire y una muchacha lo sellaba con una gota de estaño. También se fabricaban los barriles de madera donde se depositaba la grasa, que también se exportaba en los barcos que atracaban en el muelle del frigorífico. Mucha de la tripulación era de la India. Una vez subí a uno de los barcos y los vi comiendo en cubierta al sol, les molestaba que le hicieran sombra. Durante la guerra muchos de esos barcos fueron hundidos.

Con respecto al traslado de los animales hasta el lugar de matanza, se utilizaba un ciñuelero (24) que era negro, iba hasta la punta del brete haciendo entrar al ganado -yo lo iba a ver- y después se volvía para que lo siguieran otros animales. Por eso viene el asunto de “carnero”, el que llevaba todos a la muerte. Los obreros le tenían bronca y dos por tres lo cazaban y lo metían adentro para ser sacrificado. Entonces había que adiestrar a otro para convertirlo en un nuevo ciñuelero.
En el “hielo” los obreros trabajaban 6 horas y descansaban 2; cada tanto se les daba café bien caliente para contrarrestar las bajísimas temperaturas a las que estaba sometidos.

En el año 1942 los ingleses vendieron buena parte del paquete accionario a la CAP y el frigorífico siguió trabajando muy bien después de finalizada la guerra, porque en Europa había hambre. Hasta la llegada de Perón había falta de leyes sociales, o las que había no se cumplían. Trabajaban y se les pagaba, no trabajaban y no se les pagaba. Sise enfermaba, no se le pagaba y si estaba mucho enfermo, se lo echaba. La gerencia, por ejemplo, disponía a quién se le pagaba en caso de accidentes y se le pagaba medio jornal. Si se aplicaba la ley 11933, iniciativa del socialista Alfredo Palacios, sobre maternidad: a la mujer le daban 45 días antes del parto y 45 después de él, y el ajuar.

En el frigorífico había un comedor para obreros y otro para empleados, pero no eran gratuitos. Lo que si te daban los ingleses era el té. Yo iba a tomar el té con leche, nos daban el té todas las mañanas y las tardes. A escondidas se tomaba mate y se comía carne asada; comían como locos, tanto en la época de los ingleses como después. Había caños con temperaturas de 300ºC; muchos ponían carne encima y se cocinaba enseguida. También hacían asado donde estaba la fragua; había un olor a asado que no se podía entrar, y por eso había bronca. En una oportunidad, “el Mangucho”, que era el calderero, estaba haciendo asado y entró Ferrari, que era jefe y había sentido el olor desde afuera y le dijo “ya le dije que no hicieran asado acá” entonces “el Mangucho” exclamó “ya están los alcahuetes…”, “pero que alcahuetes -le respondió- si el olor se siente desde afuera”.

Los ingleses eran muy estrictos con el trabajo. Recuerdo que en una oportunidad estaba Nicolás Di Paolo que hacía el balance y tenía una diferencia de 20 centavos. Entonces le dijo al contador Lawson, hermano de Jorge, si dibujaban la diferencia y éste le respondió – dígame Sr. Di Paolo, ¿Qué tiene que hacer esta tarde? -era sábado- Nada, le respondió. Bueno, venga esta tarde que le voy a ayudar a buscar la diferencia. Y así estuvieron hasta las 6 o 7 de la tarde hasta que la encontraron.

-Tareas de faenamiento en el Frigorífico “The Smithfield”-

Durante la época de Perón se jerarquizó al obrero, pero surgieron otras cosas. En el frigorífico trabajaba un tal Vallejos que no era peronista y el sindicato pidió que lo echaran y lo echaron. Cuando se discutía el aumento de salario, estaba el pibe Centofanti, que representaba a la patronal y era tan discutidor que muchas veces ganaba, entonces el sindicato pidió que lo echaran, y la gerencia lo echó.

Cuando el frigorífico cerró, a principios de los años 60, se había reducido el plante muchísimo. El que nos ayudó a reabrirlo como Cooperativa “Martín Fierro” fue el presidente Lanusse. El por qué no funcionó la Cooperativa fue que el Consejo de Administración no actuaba como empresario: la gente se robaba los lomos, que era carne chilled beef, para exportación y habían puesto delegados, que se comportaban como si hubiera patrón, pero en una cooperativa todos éramos dueños. Solo en una o dos oportunidades se dio ganancia que se repartió entre todos por partes iguales. Luego vino la etapa en que el frigorífico operó con los matarifes; no fue buena experiencia, uno de ellos era Samid. Bueno, después se dejó de pagar la luz, los salarios… En 1986, me enfermé y dejé de ir.”

Carlos Alberto Raviolo (Testimonio de enero de 2007)

“Comencé a trabajar en el Smithfield en la década de 1940. Este establecimiento tenía cámaras frigoríficas totalmente de madera, también con tabique de madera, planchas de corcho, o corcho molido y carbonilla. Era lo que hacía el aislamiento de las cámaras. La carbonilla era el producto de la quema del carbón de las calderas. Del carbón quedaba la carbonilla y la carbonilla después tenía infinidad de usos. El camino al frigorífico por la parte de abajo, lo que hoy es la calle 7 de julio era todo de carbonilla. Todo el mundo iba a trabajar por la “carbonilla”, porque lo que hoy es la San Lorenzo era toda de tierra y el día de lluvia era todo barro, así que todo el transporte, todo iba por la carbonilla y todos los caminos dentro del Copiapó eran de carbonilla y los mantenía el frigorífico. Tenía una “champion” tirada por caballos y con eso mantenían los caminos.

Durante la guerra el frigorífico trabajó a pleno y posteriormente, al término de la misma, el Smithfield, que tenía sede en Londres, hizo una gran inversión, construyendo la nueva playa de faena en hormigón, amplía cámaras, también de hormigón, instala en la sala de máquinas un nuevo compresor de 900.000 frigorías, ese compresor de doble efecto, de doble émbolo abastecía prácticamente todas las cámaras, y construye el edificio para la conserva. El edificio de la conserva es el último edificio. El edificio que hay frente al río, el alto de cinco pisos que hoy usa Argenvases.

La Segunda Guerra Mundial tomó a este frigorífico un tanto desguarnecido, principalmente en la producción de vapor, porque tenía ocho calderas que estaban ya colapsadas con todas sus tuberías tapadas de sarro y no había producción de vapor y estábamos en plena guerra; no había para traer calderas nuevas, entonces la compañía le compra al Frigorífico River Plate las cinco calderas que tenía acá en Zárate. En el frigorífico contrataron a un ingeniero especialista en calderas, de Inglaterra, que empezó la instalación de calderas nuevas. Y empezó a construir todo con personal local, o sea el departamento de construcciones con Don Antonio Costela de jefe, con albañiles. Construyeron un edificio que todavía está; construyeron un edificio para la instalación de estas cinco calderas. Eran cinco alimentadas a carbón, pero más mecanizadas, más modernas, muy distintas de las calderas viejas. Había ocho calderas viejas, eran de ese tipo de calderas que había que palear el carbón adentro del hogar.

Era un trabajo de lo más inhumano que había en aquella época, palear carbón, ir a buscarlo con las zorras por las vías decauville a la carbonera, venir con él, tirar el carbón al piso y del piso palear adentro de la caldera y después con las barras remover los fuegos para que se avivara la combustión. Entonces se instalaron estas cinco calderas, se entubaron todas las calderas nuevas; los tubos se pusieron todos nuevos, eran calderas con economía, o sea que el agua que entraba a la caldera previamente a la salida de los humos ya se iba calentando, se iba produciendo una economía en el calentamiento del agua. Estas calderas estaban en la planta baja y tenían noria; se tiraba el carbón, la noria lo elevaba al tanque y ahí por tubos, delante de cada grilla de caldera. la caldera iba trabajando despacito en la grilla e iba abasteciendo a la caldera de carbón y en la parte de abajo, porque las calderas estaban instaladas prácticamente en el primer piso, tenían los ceniceros, de donde se sacaba la carbonilla, se ponía en la zorra para luego usarla en los caminos. Todos los días salía carbonilla.

En el año 1941, más o menos, se inauguraron las calderas nuevas, poniéndose en marcha de a una, las calderas, entonces a medida que se ponían calderas nuevas se iban eliminando las calderas viejas.

Durante la guerra los barcos no podían traer carbón. Entonces no solo este frigorífico, sino toda la industria del país que empezaba a crecer no tenía combustible. El petróleo era escaso, entonces apareció la guerra de los cereales, la quema del maíz, afrecho, tortas de lino, cuando ya se le había sacado el aceite. Dos calderas se transformaron para quemar leña. Se traía leña -de caldén- de Entre Ríos y con eso se abastecía la fábrica.

Cuando se terminó la guerra, lógicamente las calderas se volvieron a remodelar y ya el carbón también desapareció, se empezó a quemar fuel oil, del petróleo que se traía de Venezuela.

En esos años el frigorífico también hizo remodelaciones. Construyó justamente entre 1939 y 1940 un depósito, el número 11, que debía ser el depósito más grande del mundo. En aquella época estaba de gerente general de la compañía Mr. Bruster, alias el rengo, que venía cada tres meses, se iba y venía y ahí fue donde trae el proyecto para la instalación del enfriamiento rápido o sea la carne se despostaba y se ponía dentro de molde, un molde que tenía más o menos cincuenta o sesenta kilos, y adentro, de carne; con bombas se hacía vacío en la parte de abajo para que chupara bien la carne, y una vez que el molde estaba lleno de carne se ponía en una batea grande con lluvia de salmuera fría, que lo enfriaba casi a nivel de congelación y al día siguiente se desmoldaba y se enviaba justamente allá, al depósito 11 y allí había pilas y pilas de moldes. Esa fue toda una construcción de avanzada porque lógicamente había poca bodega. Esto era ya carne enfriada, no congelada. Se enfriaba y se congelaba porque en 24 horas se enfriaba bien, se bajaba a 0º, se mandaba a depósito, en el depósito se terminaba de congelar.

Durante los primeros tiempos de guerra los barcos tenían dificultades en llegar, y los que arribaban, cargaban sus bodegas todo con carne, no el hueso, por eso era carne despostada, todo en molde. También durante aquella época se modifica la conserva, que la llamaban el guiso. Se hacía con carne de cordero, papa, zanahoria y arveja, con todo ello hacían un guiso y eso lo envasaban. Había otra lata que era el “ration” o sea la ración que le daban al soldado que llevaba en la parte de abajo un pedazo de masa, después llevaba un medallón de carne que era un bife; hubo que construir una bífera; se hacía el bife y después el bife se envasaba y en la parte de arriba llevaba también papas, arvejas, zanahoria y eso era la ración que le daban al soldado. En esa época, en el frigorífico, en los dos bañados aledaños que tenía, plantaban zanahorias en una tierra regada por el río, porque cuando crecía un poquito abrían las esclusas, le daban agua y salían las zanahorias grandes.

En el año 1920, junto con la gran remodelación, instalan el compresor, la máquina Nº 1, máquina a vapor, porque el frigorífico tenía toda la maquinaria accionada a vapor; el vapor que producían las calderas iba a la sala de máquinas o sea había cuatro generadores de corriente continua y las máquinas a vapor, los compresores a vapor. El escape de las máquinas, una parte que ya era de baja presión, iba a fábrica para calentamiento. Otra parte iba a las condensas de vapor, donde el vapor se condensaba y una vez condensado el vapor era agua caliente retornando nuevamente a caldera para utilizarla nuevamente en la alimentación de las calderas.

El frigorífico, después de la guerra, aumenta su producción, su faena. Se faenaban 800 cabezas de vacunos en el turno de la mañana y a la tarde 2800 a 3000 cabezas de ovino. Después faenó cerdos, pollos y gallinas que también exportaba a Europa, que demandaba alimentos.
Durante la guerra, otra cosa que trajo Mr. Bruster desde Inglaterra fue la instalación de un proceso de carne seca. Para ello hizo un departamento especial, donde la carne se picaba, se colocaba en bandejas, luego iba a un horno con serpentinas de vapor y de frío donde se extraía toda la humedad de la carne. Con la carne se hacían después una harina para producir bizcochos, unas tabletas con la carne seca. Uno las agarraba en la mano y eran pesadas.

El frigorífico también tenía producciones locales. Eran varias fábricas dentro del mismo frigorífico porque se producían cascos o sea toneles. Venían las maderas y ahí se armaban los cascos donde se colocaba la grasa y la tripa salada. Se producía hielo para el consumo interno y la venta al público. Estaba la fabricación de envases, conocida como “la tachería”, de envases de hojalata de todo tipo, la lata de corned beef, la lata redonda… “la tachería” también tenía un taller especializado porque se fabricaban las estampas para hacer los cuerpos de las latas. Existía un taller especializado de torneros, matriceros que eran muy especializados, porque el envase de la hojalata tiene que tener precisión porque si pierde una gotita se arruina el producto.

Smithfield fabricaba también las bolsas de algodón donde se envolvía la carne, los cuartos delanteros y traseros. La cubierta de afuera en los vacunos era la arpillera y tenían las máquinas para marcar las bolsas con las placas de grabación. También se hacían las llaves para las latitas que luego pasaban por un proceso químico, que era el cobreado para que no se oxidara. Con el tiempo se ampliaron los procesos de la pintura, empezando con el barnizado y utilizando solventes.

También se fabricaba cola para pegar, utilizando la gelatina y determinadas partes de la vaca, todo ello se hervía y quedaba la cola de carpintero. También, en esa época de Mr. Bruster, que traía las cosas raras, hizo comprar un torno que con una cuchilla sacaba la harina de la madera para hacer madera terciada que se pegaba con sangre no con cola y después se prensaba y aparecía el color. Era para uso interno, pero no llegó a ser producción pues no era “mettier” del frigorífico la elaboración de la terciada.

De las vísceras, una de las más utilizadas era el hígado, que iba a conserva, se hervía y luego se hacía el paté de foie.

En la década de 1940, con el advenimiento del Partido Laborista, el gremio de la carne se convierte en uno de sus pilares, y con el advenimiento de Perón a la Secretaría de Trabajo y Previsión cambian las rígidas reglas que tenían los ingleses. Empiezan los movimientos sindicales; las huelgas por reivindicaciones, tal es así que empezaron a conseguir infinidad de cosas que la compañía nunca había prestado, como por ejemplo el suministro de ropa a su personal, el personal de playa, de faena. En una época recuerdo que usaban zuecos, trabajaban con zuecos, se los tenían que comprar, no los proveía la fábrica, pero luego se les proveyó de botas, gorro blanco, pantalones…

Cuando yo ingresé a trabajar en el frigorífico en el año 1942, ganaba 35 centavos la hora y trabajaba 6 horas porque era menor de edad, y un oficial ganaba más o menos 70 centavos la hora y las mujeres 45 centavos. No eran sueldos extraordinarios. El primer sueldo grande del frigorífico, que creo que fue en esa época únicamente, que sobresalió sobre todos los sueldos de la industria en Zárate, fue el primer convenio que se hizo con la industria de la carne. Por ese convenio, todo el personal que estaba por hora pasó a ser mensualizado y se establecieron categorías de peón, medio oficial, oficial especializado, cada uno tenía su categoría, apareciendo lógicamente el escalafón.

-Modernas instalaciones para las tareas requeridas-

-Otro de los sectores de trabajo del Frigorífico-

¿Qué diferencias puede señalar entre la administración del Smithfield, la CAP y la Cooperativa Martín Fierro?

“Los ingleses tenían un modelo y ese modelo era el que prevalecía en todo; en la parte contable por ejemplo eran muy minuciosos. Los ingleses llevaban un barco de carne y traían un barco de mercadería; hasta los alfileres que se usaban en las oficinas para poner en los papeles. Se tría todo del extranjero porque en el país no se fabricaba nada. En los galpones de almacenes había otro frigorífico desarmado con los repuestos de todas las máquinas de todo el frigorífico. Estaban todos los repuestos de todas las máquinas de todo el frigorífico. Los ingleses traían de Inglaterra todo, absolutamente todo. Con el advenimiento del sindicalismo empieza una nueva etapa en el frigorífico. Terminada la Segunda Guerra Mundial, la CAP (Corporación Argentina de Productores de carne) compra el frigorífico, aunque desde 1942 faenaba en él, tenía una oficina con Mario Borgeaud de delegado y con un montón de empleados. CAP tenía en Londres una oficina de venta. El Estado subsidió a la CAP y empezó a crecer, compren frigoríficos como “La Negra”, “Cuatreros”, en Río Deseado… y Zárate. Sin embargo, con el tiempo y por diversas circunstancias se cerraron los mercados y los frigoríficos grandes al no tener exportación y competir en el mercado interno con establecimientos mucho más ágiles y más económicos, empezaron a cerrar. CAP empezó a cerrar sus establecimientos. Sin embargo, durante la época de CAP hubo una misión que había ido a Europa para modernizar la industria, realizando cambios como por ejemplo el reemplazo de las máquinas a vapor por grupos electrógenos de corriente alterna, accionadas con motores Diesel MWM, compresores LINDE, también accionados con motores Diesel MWM, para toda la industria de la CAP o sea que a este frigorífico vinieron dos grupos de corriente alterna con motor diésel sobrealimentado y dos grupos más chicos: dos compresores LINDE, más modernos. Estos compresores no eran como las máquinas a vapor que podían tener en la compresión líquidos, sino que estas modernas tenían que comprimir solamente el gas, así que previamente había que separar el líquido que podía venir y el gas de la parte de arriba que era el que tomaba la máquina y los líquidos por medio de bombas se inyectaban nuevamente al circuito. Los sistemas de refrigeración que tenía el frigorífico era de enfriamiento de salmuera, que se producía con cloruro de calcio para mantener alta la densidad. Esa salmuera se enfriaba en tanques e iba a cámaras.

Cuando sale la carne de playa entra a estas cámaras de frío, que eran abastecidas por esa salmuera, por lluvia de salmuera en la parte de arriba que iba produciendo una ventilación e iba enfriando la carne.
Había otras cámaras por medio de baterías con serpentinas de amoníaco con lluvia de salmuera y ventiladores. Pasaba el aire a través de esa batería y llegaba a cámara. El aire de cámara refrigeraba y volvía nuevamente a la batería y hacía todo el circuito.

Y el otro sistema es el de expansión directa o sea el amoníaco comprimiendo llega a la expansión, entonces en la cámara se abre esa expansión, que produce gas dentro de las cañerías y ahí va absorbiendo el calor. Produce frío, que es el sistema actual de una heladera. Porque el sistema de frío, el compresor comprime el gas, produce líquido; ese líquido a alta presión se comprime y se caliente, pasa a la condensa con agua. En aquella época todas las condensas al aire libre encima de la sala de máquina eran con agua y serpentina, y allí el amoníaco se iba enfriando. El amoníaco ya frío o a temperatura normal era el que iba a cámara a presión ahí es donde en los depósitos se abría la expansión que era lo que producía la circulación. Eso volvía, al calentarse nuevamente, y también venía parte de líquido y parte de gas, entonces volvía otra vez al compresor, el compresor lo volvía a comprimir y nuevamente se producía todo el circuito de refrigeración que tenía el frigorífico.

Este sistema de salmuera tenía sus ventajas. Los ingleses no eran zonzos. El sistema de salmuera que mantenía la humedad producía menos merma, o sea no se secaba tanto la carne porque la carne se seca y produce merma. La salmuera con el tiempo se fue eliminando de a poco, y empezaron con nuevos sistemas. CAP instaló otras cámaras nuevas, dejando de lado prácticamente la parte de las cámaras de madera; construyó otras en planta baja: tres cámaras de frío, en el primer piso, cámara y depósito para menudencias, porque eso también estaba en la otra parte de cámaras de madera y en la parte de arriba de todo eso construyó ocho cámaras bajas como para ovinos o para congelar cuartos, ya sea traseros o delanteros en esas cámaras. Y casa al final, CAP construyó también sobre el frente del río uno nuevo. Demolió una parte de cámara que estaba en malas condiciones y construyó un nuevo block de cámaras.

CAP cerró en 1965 e inmediatamente se armó la Cooperativa Martín Fierro.

La Cooperativa de entrada dejó la conserva; no producía conserva, se dedicaba nada más a la faena de vacunos. La faena de vacunos por medio de terceros, de los matarifes, porque Martín Fierro no tenía capital para hacer faena propia. Aparte Marín Fierro quedó con la planta, pero todo lo interior que se necesita no lo tenía. O sea, la oficina de comercialización, clientes, capital, todo eso no lo tenía. Martín Fierro quedó con un resabio de fábrica antigua, no con una mentalidad de cooperativismo, porque de haber cooperativismo lo que no podía existir era sindicalismo; en este caso no tenía nada que ver en una fábrica en la que todos éramos dueños; no necesitábamos sindicato, no necesitábamos delegados. La Cooperativa logró sobrevivir durante un par de años. Ya en los últimos tiempos se pagaba la mitad de los sueldos a los socios que trabajaban en el lugar.”

-La excelencia de la carne argentina y su bajo costo de producción facilitaron su inserción en el mercado internacional-

Una voz anónima:
Testimonio recogido por Abel Poletti

Lo que sigue es el relato de un vecino que prefiere mantener su anonimato y aunque nunca militó en política, declara una y otra vez, su pasión por el tema.

Los recuerdos sobre las condiciones de trabajo en el frigorífico Smithfield son lo esencial de su relato y la gesta de aquellos 23 obreros que el 5 de enero de 1945 iniciaron una huelga en pro de reivindicaciones de trabajo que entonces parecían utópicas.

Hoy, cuando la clase obrera -no, desde luego, las cúpulas sindicales- permanece a la defensiva, arrinconada, en ese tramo oscuro de su larga historia, la memoria de ese vecino zarateño, tan lúcido y veraz como un archivo, quiere reivindicar aquella gesta.

Vamos a comenzar por recordar los nombres de aquellos 23: Juan Beroch (Secretario General), Bartolomé Reniboldi, Miguel Di Paolo, Laureano Correa, Carmen Anzi de Montesanti, Domingo Valerio, José Bruno, Pedro Balboa, Juan Correa, Pablo Toledo, Ramón Suárez, Eloy Urquiza, José Mansilla, Juan Belar, Evaristo Magen, Zacarías Galeano, Sebastián Martínez, Salvador Gianfelice, Teodoro Mangaski, Tilio Fernández, Pedro Tiberio, Hipólito Pugliese, Valerio Rouggier.

“Las condiciones que había en el frigorífico antes del año 1945 eran tremendas. Los trabajadores no tenían conquistas: ninguno estaba efectivo, a pesar de trabajar durante 40 años y los echaban cuando querían. El que se accidentaba o lastimaba dentro de la empresa, recién al cabo de ocho días se le reconocía el accidente; el médico, en general, le hacía volver al trabajo antes de ese plazo y no cobraba. Perdía los ocho días que había estado accidentado.

Si se cortaba un dedo, en la forma que se cortaba, así le quedaba, sin cirugía estética ni nada de eso, pues no existía ninguna tecnología.

Así fue hasta 1943 ó 1944…

En esa época todavía estaba el cuarteador, no había tractor. El primer tractor -me acuerdo como si fuera hoy- era un Morris de tres ruedas. Mientras tanto esto lo hacía el caballo, que cuarteaba; llevaba las zorras y eso sin hablar de lo que me contaron los más viejos que yo, que llegaron a tener chicos, que eran tan chicos para ser cuarteadores, que había un inglés que los bajaba o los subía del caballo cuando querían ir al baño.

No se reconocían los sindicatos, así que las comisiones eran atendidas cuando ellos querían o los sacaban con la policía. No les daban herramientas, ni ropa y cuando venía un barco carbonero había que ir a descargar el carbón y así como salían del carbón, negros, que solo se veían los ojos y los dientes, así tenían que ir a comer a sus casas. Eso era porque tenían una hora y como los baños no existían, así cruzaban el pueblo… y si llovía, con una bolsa en la cabeza. No tenían otra cosa.

Era muy difícil llegar a hace las ocho horas. El tantero, o sea el trabajo a destajo y para el que lo hacía estaba más o menos bien, pero el que trabajaba 1 hora cobraba 1 hora y se iba con 0,55 centavos a su casa, y a lo mejor no tenía otra changa por quince días o un mes… o un año. No se sabía. Yo considero que, en esa época, el frigorífico tendría efectivo cuando mucho doscientas personas y cuando la guerra, llegaron a trabajar seis mil personas.

Sin embargo, ya en abril del año 1945, terminaba la guerra, el frigorífico despide a 1500 personas pero, antes en enero, se hace la huelga por los 23 que habían despedido y que se inicia por todo esto que digo. Esta huelga no tenía nada de política, era exclusivamente sindical, o sea gremial y si se quiere, algunos estaban metidos en el socialismo o eran anarquistas o de Concentración Obrera, pero el peronismo ni siquiera había aparecido dentro del Sindicato.

Tal era la situación, los excesos, que algunos hacían justicia por mano propia. Si un jefe no tenía humanidad o se ensañaba con uno, cuando estaba afuera la ligaba… hasta mataron a uno, pero no me acuerdo el nombre.

Había un diario “El Obrero” que se imprimía en el Sindicato y pasaba los nombres de los que trataban mal al obrero. Así que el diario los publicaba…

En la Cámara Fría, en los mosquiteros, donde había apenas 0 grado y había varios de ellos, se traía la carne de matanza. Con un ancho de ocho metros, más o menos, por quince a dieciocho metros de largo, según la matanza se llenaba una, lo que era una cámara frigorífica a esa temperatura de 0 grado, para enfriarla y sacarla a la venta para el consumo local al otro día. Las otras cámaras, para exportación, tenían 15 o 20 grados bajo cero.

Había depósitos más fríos todavía y había gente que debía hacer doce horas ahí adentro y no con la ropa adecuada, sino con lo que podían porque el frigorífico no les daba nada. Se ponían tres o cuatro pares de medias; tres o cuatro pantalones, dos o tres calzoncillos y además los tamangos, unos zapatos altos, que se envolvían con una bolsa, en triángulo, que se levantaba y ataba. Finalmente se ponían un camisón que tapaba toda esa ropa. Ver un hombre en la cámara frigorífica y luego en la calle era irreconocible, porque medía, por lo menos, 20 centímetros más como mínimo y el espesor igual.

La empresa tenía cámaras para exhibición de cortes en la Capital, con vitrinas, por ejemplo, en Galerías Pacífico, en Retiro o Constitución.

Luego estaba el “guano”. El “guano” son las vísceras del novillo o la vaca que se sacrificaba o sacrificaban, porque venía enfermo de carbunclo o tuberculosis. Se los llevaba a una especie de silo vertical, un depósito y ahí ponían esos animales, que, con vapor a alta presión quedaban desintegrados.

Cuando quedaban en el suelo se empezaban a juntar los gusanos y luego se usaba para abono, pero cuando soplaba el viento del este el olor en la ciudad era insoportable… Hay que imaginarse a uno adentro… Después de unos días, cuando la carne estaba más podrida aún, había que transportarla en canastos de mimbre, al hombro, así que era normal ver a algunos con los gusanos corriéndoles por la cara… y así tenían que trabajar, sin chistar, sin rebelarse, porque lo echaban y no volvía más.

El foigras o picadillo de carne se hacía con los restos que los despostadores dejaban caer cuando pelaban las reses. Esos pedacitos caían y se formaba una montaña que llegaba al piso de arriba y con eso se hacía el picadillo.

Era carne en buenas condiciones porque, dentro de todo, estaba en la cámara.

Durante la guerra se usó el congelamiento rápido para mandar carne sin hueso y así aprovechar bien las bodegas. Esa carne se ponía en moldes iguales a los moldes de hielo, la misma capacidad y para acumular más el frío, para hacer un volante de frío, al agua, que congelaba a 0 grado, se le agregaba calcio y otros productos salitrosos, que cuando más se le pone, más frío puede acumular sin que se congele, que puede alcanzar los 60 grados para recién congelarse. Se llama cloruro de calcio a este resultado y volantes de frío. Con mil litros de agua congelada aguantaba hasta el otro día, por si había un corte de luz. Se usaba en el campo para alargar el frío. Para mantener el tiempo de frío. Ahí se ponía la carne que entraba por presión atmosférica, mediante ese vacío que se le hacía…

En ese intenso frío había que hace las 8 horas o, muchas veces, hasta 16. Estas cámaras llegaron a tener hasta cinco mil personas trabajando; trabajaban con amoníaco, que es el único “gas” que no ataca el acero.

el congelador era de acero y el serpentín con amoníaco arriba: esto era sumamente peligroso por cualquier pérdida porque el amoníaco es más liviano que el aire y ya entonces, en el frigorífico “anglo” habían muerto entre 12 y 15 personas por inhalar amoníaco. el efecto es instantáneo, porque se desmayan. Aun estando mezclado con el agua el olor lo voltea a uno. así trabaja la gente.

Estas condiciones originaron la famosa huelga del año 1945, porque así se trabajaba, no solo en Zárate; era igual en todos los frigoríficos y fue Cipriano Reyes el que promovió la huelga y fue él quien fundó el Sindicato de Zárate. Él trabajaba en la “Candela”, el Anglo o uno de por allí.

En Berisso, por ejemplo, en la sección Embalaje -que es como Expedición- cerca de la puerta, los hacían marcar a las 5 de la mañana para esperar el camión; si el camión no llegaba a horario les hacían marcar nuevamente la salida para no pagarles una hora más. Ya afuera, a esperar 4 o 5 horas o las que fueran. Todo esto dio lugar a la huelga donde quedaron afuera los 23. Fue legítima.

Y el de la carne era uno de los gremios más grandes del país, con 120.000 afiliados y Cipriano Reyes vino muchas veces a Zárate. Cuando fundó el Partido Laborista, lo hizo porque en Inglaterra había triunfado entonces el Laborismo.

El Sindicato de la carne hizo un petitorio: 5 centavos de aumento; herramientas, ropa… Era lo más importante. En medio de las tratativas llega una delegación del Departamento de Trabajo y según parece iba a pasar Perón y le pidieron que fueran a la estación. Ellos se niegan, porque no estaban en la política y se los conmina para que vayan porque de lo contrario no se iba a homologar, pero ellos no transaron.

Al otro día, el 11 de enero de 1945, cuando van a trabajar, a las 7 de la mañana, les comunican que se tienen que ir porque no fue homologado el convenio.

La huelga duró 15 días. Algunos fueron detenidos, otros escaparon. Reyes estaba en Berisso. Aquí estaban Juan Beroch, Secretario General; Clodomiro Cáffaro, muy capaz, inteligente y honrado; Tilio Fernández; José Bruno: Gianfelice; Reniboldi; Ramón Suárez; Balboa; Toledo, que fue detenido junto a Reniboldi… Esta gente es reincorporada luego, cuando Perón llega a la Presidencia, en el año ’46; algunos se negaron, dos o tres, pero regresó la mayoría. Fue una huelga pura. No hubo política para nada. Para noviembre del año ’46 el gobierno acompaña todas las conquistas, superiores aún a las que se pedían”.

-Uno de los controles sanitarios de las carnes de exportación-

-Personal del Frigorífico “The Smithfield” en la década de 1940-

-Etapa del Frigorífico como Cooperativa de Trabajo, Consumo, Vivienda, Producciones de Carnes y Afines, Comercialización interna y/ o internacional Martín Fierro Limitada-

-Etapa del Frigorífico como Cooperativa de Trabajo, Consumo, Vivienda, Producciones de Carnes y Afines, Comercialización interna y/o internacional Martín Fierro Limitada. 1971-

-Miembros de la Cooperativa Martín Fierro durante una manifestación de reclamo ante las autoridades nacionales. Buenos Aires, 1971-

-Vista desde el Paraná de las Palmas en la década de 1980-

-Hacia 1990 la Comisión Municipal de Preservación del Patrimonio Cultural, Arquitectónico y Urbanístico del Partido de Zárate realizó el primer relevamiento de las instalaciones del exfrigorífico Smithfield, luego que dejara de funcionar la Cooperativa “Martín Fierro”-

Fuente: LA PRODUCCIÓN. LA INDUSTRIA FRIGORÍFICA. Silvia Irene Baccino – Sergio Daniel Robles – María Luisa Sorolla. Editorial de los Cuatro Vientos. Buenos Aires. Julio de 2007

Asociación Amigos del Museo de Zárate Quinta Jovita - Ituzaingó 278 –  amigosmuseozarate@yahoo.com.ar