“Perdón hijo por lo que no pudimos lograr para vos. Dejamos todo en mano de Dios. El decidía, y dijo que No”, con esta dolorosa frase, el papá de Ian Nahuel Díaz, el pequeño campanense de una año y cinco meses que había viajado con su familia a Venezuela, para una intervención quirúrgica que le devolviera la visión, confirmaba en las redes sociales que el ansiado milagro no podrá ser.
Ian quedó ciego tras un procedimiento médico al que fue sometido cuando nació prematuro, la esperanza de poder ver había surgido en Venezuela y toda una sociedad se puso en marcha para ayudar a poder cumplir el objetivo, pero el destino tenía otro designio.
“Ian tiene el grado mayor de desplazamiento de la vista y el riesgo es muy alto, los especialistas prefieren dejarlo así. Perdón a todos, hicimos lo posible. Vinimos por lo mejor para mi hijo y nos vamos con un nudo en la garganta. Gracias a toda la gente que ayudó, mil gracias”, decía el doloroso mensaje de sus padres, todavía en Venezuela.
“Crecerá como un niño normal, pero no volverá a ver", señalaron angustia.