Unos 900 niños pasan por día en forma irregular por la frontera La Quiaca-Villazón: se estima que unos 18.000 niños bolivianos trabajan en talleres clandestinos y campos en la Argentina

Carlos Riedel27 noviembre, 2016

Niñas, niños y adolescentes cruzan por día en forma irregular esa frontera entre la localidad argentina y la boliviana, en tanto se estima que unos 18.000 niños bolivianos trabajan en talleres clandestinos y campos en la Argentina, según una investigación realizada para el Fopea.

Frontera Arg.- Bolivia

Al menos 900 niñas, niños y adolescentes cruzan por día en forma irregular la frontera entre la localidad argentina de La Quiaca y la boliviana de Villazón, en tanto se estima que unos 18.000 niños bolivianos trabajan en talleres clandestinos y campos en la Argentina, según una investigación realizada para el Foro de Periodismo Argentino (Fopea).

El dato surge de una estadística realizada por la Pastoral Migratoria de la Prelatura de Humahuaca, que abrió un refugio en La Quiaca ante la preocupación por el incremento de pedidos de ayuda.

"Son todos chicos del lugar que cruzan cotidianamente tanto desde La Quiaca a Villazón, como desde Villazón a La Quiaca y, entre ellos, se camufla a las víctimas captadas”, afirman de la Pastoral en un informe, utilizado como fuente para la investigación.

Niño pobre

La extensa nota, titulada Los Invisibles de la Quiaca y realizada por Diego Granda en el marco del proyecto La Otra Trama, citó además declaraciones del ex Defensor Departamental de Potosí, Jorge Oporto Ordoñez, al Diario El Tribuno, en las que asegura que "durante 2010 pasaron por la frontera 25.000 niños y jóvenes, de los cuales sólo retornaron 7.000".

"Es decir que unos 18.000 niños y niñas bolivianos podrían estar trabajando en campos y talleres clandestinos en la Argentina, mientras que otros podrían haber tenido como destino la explotación sexual", sostuvo el ex funcionario boliviano.

Oporto Ordoñez precisó que "una niña, un niño o un adolescente boliviano se vende ni bien cruza la frontera a 5.300 pesos argentinos, es decir, unos 7.000 pesos bolivianos".

Con detalles de los casos de Antonella -una niña de 14 años que logró se rescatada- y Ariel -un adolescente de 17 que permanece desaparecido-, la investigación da cuenta de la situación de vulnerabilidad que viven los menores de 18 años a ambos lados del pase fronterizo, cuya estructura y falta de controles posibilita la circulación irregular.

"La última medida de control en la frontera fue crear un cerco —de alambre y vigas de cemento— de 500 metros de largo alrededor del paso oficial, para encauzar a la gente por el corredor legal. Fue una iniciativa de Gendarmería, costeada por el Ministerio del Interior durante la gestión de Florencio Randazzo", describe la nota.

Pero agregó que "a los pocos días, el alambrado ya estaba dañado, y así sigue. Es una frontera colador, supervisada por el sistema llamado Área de Control Integrado: Gendarmería, junto al Escuadrón 21 de La Quiaca, velan por la seguridad; AFIP y la Dirección General de Aduanas (DGA) controlan los equipajes y vehículos, y Migraciones controla a quienes pasan".

"Los empleados de Migraciones perciben salarios inferiores a los de los otros dos organismos y son, paradójicamente, los encargados de velar por los derechos de las personas", precisaron.

La investigación detalló que a pocas cuadras del puente fronterizo hay prostíbulos.

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"En Villazón, la ley boliviana los autoriza, aunque no permite la presencia de menores. Varios de los rescates de la ex cónsul argentina, Reina Sotillo, según señala un miembro actual de la Defensoría del Pueblo boliviano, ocurrían allí", se detalla.

En efecto, durante sus ocho años de gestión, Sotillo restituyó más de 2.000 menores de 18 años -entre ellas a Antonella-, lo que le valió el reconocimiento del Senado boliviano que le otorgó una mención honorífica.

La nota también relevó que la ONG argentina Esclavitud Cero informó que "niñas bolivianas de 12 a 13 años son ofrecidas para todo servicio en la Argentina, a 2500 dólares al año".

"Se pagan 1.250 dólares al ser entregadas y 1.250 dólares al cumplirse el año de trabajo. Las niñas trabajan sin horarios, no se les permite salir, viven en pésimas condiciones y también son abusadas sexualmente", aseguró Mercedes Assoratti, directora de la organización, durante el Congreso Antimafia realizado en la Universidad de Buenos Aires.

"Es delicado investigar la trata, porque tiene células criminales itinerantes que fluctúan empleando los mismos recursos para cometer varios delitos. Todos se manejan en un mismo plano, de manera que no hay líderes ni referentes. La mayoría son clanes", sostuvo un gendarme quiaqueño entrevistado en la investigación que solicitó anonimato.

Y describió: "En los últimos meses se vio mucho tráfico ilegal de personas de nacionalidad china, que llegan al puerto de Perú, en barco, luego por tierra hasta Bolivia y hay gestores que les cobran por pasarlos a la Argentina y llevarlos hasta Buenos Aires".

El informe da cuenta que según consta en los expedientes judiciales el precio por llevar un chino indocumentado desde Villazón, pasando por La Quiaca, hasta Plaza Miserere, en el barrio de Once de la Ciudad de Buenos Aires, se estima en 70.000 pesos.

"Las cifras continúan mostrando una tendencia contundente: el tráfico ilegal de migrantes atraviesa en un 100% a las distintas modalidades de trata de personas que, sin dudas, es el ejemplo de ataque más flagrante a los derechos humanos que podemos encontrar en estos tiempos", concluye la investigación, cuya versión original está disponible en www.investigacionesfopea.com.