"Sobre ausencias y exilios"... octava entrega

Carlos Riedel27 abril, 2019

Esperando a la Justicia...... “...Intendente Amor: usted es un invitado y no nos puede negar esta satisfacción de brindarle la recepción en su homenaje y en homenaje de todos sus colaboradores inmediatos...” (Nelson Paladino, pte. sociedad de fomento “Ariel del Plata”, palabras alusivas: en “La Auténtica Defensa” del 14/11/79)

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“...la firme actitud asumida por la compra de la Casa de los Costa, agradecimiento éste compartido sin duda alguna, por todo el pueblo de esta ciudad...” (Francisco Mugnolo, pte. del CUCI: palabras alusivas ante la visita de Amor: en “La Auténtica Defensa” del 21/05/80)

 

“...nos nos limitamos a hacer votos por su continuidad, sino que interpretando el sentir de muchos padres preocupados, solicitamos a los directivos responsables la continuidad de la Escuela Enrique Rocca. Dalmine-Siderca tiene la palabra...” (artículo de “La Auténtica Defensa” del 02/12/80, ante la suspensión de la inscripción de ingresantes)

 

“...Temo que la educación universitaria se transforme en selectiva, no cuanto a las capacidades individuales, sino de acuerdo a las posibilidades económicas de cada uno...” (prof. Alberto P. Garrido, director del Ctro.Reg. Campana de la UNLu ante el cierre de la universidad:en “La Auténtica Defensa” del 22/12/79)

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A fines de los ’70 en Campana,el Ejército realizaba tareas que incluían la “acción social” llevada a cabo, por ejemplo, en la Escuela nro. 12 de Otamendi por soldados a cargo del crel. Franco Luque,Jefe del ÁC-400,que extendía su accionar “social” a otras escuelas del distrito,lo que mereció una felicitación periodística: ”...No queda más que felicitar a todos estos hombres y al Ejército Argentino...” (25).

Por otro lado, el cierre del Taller de Vía y Obras se concretaba sin alteraciones,aunque la secuela de pérdida de fuentes de trabajo no se tuviera en cuenta; cierre que parecía preanunciar otro que se produciría en el ámbito universitario y que comenzaba a avecinarse, desde que las afirmaciones del ministro Llerena Amadeo alentaron y alertaron aún más a la comunidad universitaria de la UNLu y sus Centros Regionales, que salió a sumar apoyo de todos los sectores en cada lugar donde funcionaba la universidad (Luján, José C. Paz, Chivilcoy y Campana), lo que en el caso de nuestra ciudad reportó el apoyo del CUCI, tanto como del Obispo Espósito Castro o el “Club de Leones” y, fundamentalmente, el apoyo mediático del diario “La Defensa Popular” que apoyó el reclamo de manera consecuente, habida cuenta de que el “león” Dr. Patricio Jordán integraba la publicación y era docente en el Centro Regional Campana.

De lo que no daban cuenta las crónicas y algunas figuras del conflicto, fue que alumnos lanzados a la defensa de la UNLu recibían en calles del centro campanense, miradas torvas de transeúntes que al recibir volantes que contenían los reclamos, arriesgaban si no sería “material subversivo” o que en el caso de comerciantes se negaran a recibirlo y mucho menos a colocarlo en algún lugar visible; en contrapartida la entidad que los representaba apoyaba abiertamente los reclamos, tal como lo haría el Obispado, facilitando una reunión en la Catedral, de la comunidad universitaria.

Pero el hecho significativo lo constituía el nivel de movilización que lograron alumnos y docentes ante el cierre de la UNLu, que no estaba en los cálculos de la dictadura se produjera y que representantes del municipio local no asumían como reivindicación a apoyar; seguramente porque sabían que nada revertiría una decisión detrás de la cual se especulaba también estaba el interés de otras casas de estudio, como la Universidad de Morón (de gestión privada) que se vería favorecida con un cierre que eliminaba competencias y, en mayor o menor medida, incrementaría su matrícula y le permitiría absorber carreras que en el momento eran “de punta” en la UNLu, que también servirían a la UBA cuando el ministro repartiera edificios y predios de la UNLu.

Es en el ámbito laboral donde ocurren hechos de distinta significación y valor: por un lado, en la ESSO, comienza a implementarse el denominado sistema multioficio que implicara el avance de la empresa sobre convenios previos con los trabajadores, instaurando una modalidad de trabajo que en el corto y mediano plazo se transformara en un proceso de reconversión tecnológica que no admitirá dilaciones; por otro lado, en Dalmine un conflicto por pago de premios moviliza a trabajadores para reunirse en asamblea, dentro de fábrica, frente a las oficinas de Personal, donde resuelven, con la presencia de un crel. Zapata, reclamar por el pago; reivindicación que, aunque parcialmente, se logra a regañadientes de la empresa y la Directiva gremial que había intentado “copar” una asamblea en la que a uno de sus impulsores el mentado coronel le dice que “...se acabó. Es la última vez que lo mando llamar. La próxima lo mando a buscar...”, lo que refleja cómo se seguía cuidando a los intereses de los patrones; a pesar de lo cual el movimiento gremial interno debería considerarse como paradigmático en la medida que resistió los embates del autoritarismo patronal y la persistente prepotencia militar, resolviendo el conflicto en una asamblea con voto a mano alzada, hecho más que inusual en esos tiempos.

Al respecto, en el trabajo de Majul (26), se consigna que: ”El conflicto fue durísimo. La primera asamblea no fue presidida por los delegados, sino por un grupo de oficiales del Ejército con ametralladoras y bayonetas. Los militares concedían el uso de la palabra.Y algunos activistas trataban de hacer equilibrio entre lo que debían reclamar y el cuidado de la propia vida.

Pocos cometieron el pecado de apasionarse demasiado.

Uno de ellos se llamaba Juan José Colorado Torrente. A otro se lo conocía como Pascual Gordillo.

La primera asamblea pasó, luego vinieron las reuniones de los activistas en el vestuario de la acería. Eran encuentros atípicos, de no más de 30 empleados. Acudían, si se animaban, dos por cada sector. Antes de entrar, los paraba un subteniente para pedirles los nombres, los documentos e interrogarlos convenientemente.

Protagonizaron tres días de huelga general, y las reivindicaciones fueron obtenidas.

Cuando terminó la segunda jornada de paro, Torrente salió de la planta junto a dos de sus compañeros, cruzó la avenida Mitre, enfiló para su casa, en el centro del barrio Siderca, dejó al último operario en su domicilio y... nunca se lo volvió a ver en este mundo.

A Gordillo le pasó exactamente lo mismo, sólo que unos días después. Fuentes empresarias miran a esa época con otro cristal y con menos detalles. Opinan que entonces Siderca era “una cueva de subversivos”. Afirman que la prueba de esto es que antes de lo de Torrente, a Magrini, gerente de Personal, guerrilleros no identificados le pegaron un tiro en el medio de la cara.

Venía en su auto desde Zárate. Se le puso otro coche a la par. Lo reventaron. Lo inutilizaron. Magrini tuvo que dejar de trabajar. Y ahora tiene medio rostro de plástico.

Por esos oscuros años, el dueño del imperio Techint, Agostino Rocca, visitaba Siderca tres veces por semana, en un vistosísimo Farlaine amarillo, cuya rimbombancia pudo haberle costado la vida. El coraje con que afrontó esa etapa le hizo ganar el respeto de muchos obreros.

Los oscuros años de la dictadura marcaron a fuego la cultura de Siderca.Y en ese sentido,s e puede admitir que la planta, como fantasea Roberto Rocca, es una radiografía en miniatura de la Argentina. Así como todavía existen operarios que confunden a los dueños de la empresa con el propio Lucifer, hay gerentes que todavía reciben información exclusiva sobre sus empleados del cuerpo de inteligencia de Campo de Mayo y de la propia Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).....” (27)

Resulta innegable que la integración empresarial a los sectores dominantes que en los ’90 no sólo conformarán el mayor nivel de concentración económica que haya existido en el país (28), tampoco prescindirán de los “servicios” que puedan aportarle reparticiones de dudosa vocación democrática; mentalidad (¿o ideología?) empresarial que omite lo que las fuentes gremiales entrevistadas por Majul en su libro, rescatan y que se refieren a la relación sindicato-empresa en una primera etapa que va de 1973 a 1976, en la que se consigna que de los 220 desaparecidos de “la UOM en todo el país, 75, o sea, el 17%,f ueron empleados de Siderca...” (29)

En tanto, el “bloque civil” continuaba desplegando su actividad social despojada de toda “ideología” y supuestamente enmarcada en un apoliticismo militante, incorporando a un “referente comunitario” de peso en las circunstancias del momento, de tal forma integra a las filas del Club de Leones al crel. José E. Valladares del ÁC-400, por lo cual recibe “...los plácemes de todos los concurrentes por haberse incorporado a esta institución de servicio que honra a la comunidad donde actúa.....”. (30). ”Comunidad” que se reunió en el Boat Club con motivo de la culminación de festejos de la “Semana del Mar” en la que la Comisión Ejecutiva, presidida por el empresario Piero Turi e integrada como delegado del Jefe de la PNA por el prefecto principal Amílcar Idelfo Gazzo, procedía a festejar el evento, conducido por el inefable Ismael Garzón de la oficina de Prensa municipal, y así coronar a la “Reina del Mar”.

Por otra parte, en otro ámbito de la vida comunitaria las expectativas se centraban en el rumbo que seguiría tomando la construcción del complejo habitacional de ASIMRA, que sorteaba nuevas unidades habitacionales y que, en el mediano plazo, marcaría un quiebre en la consideración de los adjudicatarios que aspiraban a la casa propia; quiebre que alcanzaría en su momento a la hoy desaparecida cooperativa “La Primera” que, al igual que el complejo habitacional, sembraría de dudas a socios y a adjudicatarios que perdieron lo poco que creían poder cosechar a través de su aporte.

También muchos de los que esperaban no perder la “Casa de los Costa” como patrimonio histórico-cultural de los campanenses, apreciaron la adquisición del predio que ocupa la residencia de los fundadores en los altos de “El Talar” y que determinaría la realización de un convenio entre “...ICOMOS (Comité Internacional de Monumentos y Sitios), organismo dependiente de la UNESCO...” (31) y la Municipalidad de Campana que en la “gestión Amor” conveniara la recuperación de un predio que no se recuperó y que en algún momento fuera custodiado por los “scouts”.

Se preanuncia también lo que se convertiría en el cierre definitivo de la reputada Escuela “Enrique Rocca” en función de que a fines del ’80 ya se había determinado que no efectuaría inscripción de ingresantes; lo que configura una hipótesis interesante de analizar teniendo en cuenta que las empresas (más allá de lo que inviertan en educación a nivel comunitario), aplican políticas, casi es obvio decirlo, empresariales que en el caso particular de análisis, implicaron que primero se dejará de formar técnicos vinculadas a la metalurgia, en la medida que la demanda “fabriquera” tiene su límite para la incorporación de los egresados; luego, formaron aprendices y después, adujeron que la demanda estaría cubierta por la E.E.T. nro.1 que la “empresa” había construido y donado, de lo cual se ha sostenido su realización no era el proyecto original bosquejado previo al golpe del ’76.

Lógicamente, tal situación no generó las respuestas que había motivado el tema de la UNLu y su Centro Regional que había comenzado a encontrar su techo a los reclamos en el nivel local desde principios de año, donde el ÁC-400 no había autorizado una marcha que se iba a realizar en “...TOTAL y ABSOLUTO SILENCIO...” (32), por lo cual “...La comunidad universitaria de la UNLu, respetuosa de las normas legales vigentes...” (33), desistía de una de las medidas que serían uno de los momentos culminantes de un proceso de reclamos ante las autoridades. Entretanto, la futura UTN/Regional Delta colocaba la piedra fundamental, a la que se sumarían las restantes que la ESSO invertiría en su construcción y que una vez finalizada, convocaría a las máximas figuras político-educativas, junto a la cúpula empresarial de la ESSO, lo que motivó en su momento el despliegue de un operativo de seguridad para la inauguración, digno de la “tradición” procesista.

 

 Notas

(25) Diario “La Auténtica Defensa” del 25/11/79: primera plana

(26) ”...La tercera parte de la historia de Siderca es el relato minucioso de lo que sucede dentro de la fábrica, contado por los operarios Ángel Recúpero y Luis Alberto Tavares, quienes integran la comisión interna de Siderca desde hace 17 años... Esta es la reconstrucción fiel de sus palabras...” (Majul,L.: pág.231: ob.cit.bibl.gral.)

(27) Ibid.: pág.232/233

(28) Aunque exceda el marco temporal previsto para este trabajo, resulta recomendable la consulta y/o lectura del libro “Robo para la Corona” de H. Verbitsky para reconocer los mecanismos de apropiación utilizados por estos grupos económicos, incluidos Siderca y Techint (cit.en Bibl.Gral.)

(29) Ibid.25

(30) Diario “La Auténtica Defensa” del 19/11/80: primera plana

(31) Diario “La Auténtica Defensa” del 16/12/80: primera plana

(32) Diario “La Auténtica Defensa” del 18/01/80: primera plana

(33) Diario “La Auténtica Defensa” del 23/01/80: primera plana.