Macri, un presidente ausente

Carlos Riedel3 febrero, 2016

Por Mario Baudry*... Cuando uno analiza la realidad de la política argentina, se da cuenta de que las cosas cambiaron, no se sabe si para bien o para mal, pero cambiaron. En las reuniones de café, en las reuniones familiares, ya no existe la división social que el Kirchnerismo supo imponer en los últimos años y que significó una grieta muy profunda en la sociedad.

Sillón Rivadavia

Por la fuerte derrota del peronismo en la Provincia, la gran cantidad de despidos políticos que vienen aconteciendo en el Estado, y que también repercuten en despidos de empresas privadas, hacen que sólo se escuche una frase: “Yo te avisé”.

Aunque a muchos les resulte antipático o abusivo que el Gobierno entrante proceda a sacar a los empleados que ingresaron en cargos políticos, no está mal. El problema es que el peronismo se acostumbró a ser el Estado y, a pesar de que son palabras distintas, suenan como sinónimos.

La preocupación del entorno presidencial va más allá de las medidas propias de la coyuntura administrativa de un país, temen a la ausencia de conducción y, tan así es, que ya resuena en los pasillos de la Casa Rosada: “Nos gobierna Balcarce” en alusión al perro presidencial.

Algunos, incluso para hacer desandar rumores, dicen que el Presidente es un empresario, que sólo ve las cosas globales, que delega todo el resto, por eso el gobierno lo conduce Marcos Peña, su hombre de máxima confianza.

Un cafetero con muchos años en la Casa Rosada le ha dicho a un alto funcionario, en tono risueño pero bien intencionado, “muchachos tengan cuidado, la gente votó a Macri no a Marcos Peña, y el peronismo sólo perdió la elección, no desapareció”.

El presidente Macri ha delegado todas sus funciones en la estructura que armó, y sólo controla las decisiones finales, aunque no en su totalidad. Eso hace que tampoco tenga un control estricto de la situación general del país y, por consiguiente, se encuentra con sobresaltos a los que no está acostumbrado.

La provincia de Buenos Aires no es la excepción, saben muy claramente que están caminando en arenas movedizas. La gobernadora Vidal, conocedora de las huestes porteñas, optó por desaparecer de la escena política, ya que no quiere ninguna exposición mediática y dejó que toda la atención se concentre en el Presidente. Se están tomando medidas muy impopulares y ella no quiere hacerse cargo de pagar los platos rotos.

La preocupación de los hombres del Presidente no es la ausencia de Macri en la toma de las decisiones, porque esto ya lo vivieron con De la Rúa, cuando las decisiones las tomaba Cristian Colombo. El problema es que tomó estado público y los gobernadores peronistas marcaron la cancha, pidieron tener un solo interlocutor válido con el Gobierno y eligieron al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, no a Marcos Peña. Una simple jugada política que causó malestar en la Casa Rosada.

Lo concreto y objetivo es que hay preocupación en el entorno presidencial por la conducta del Presidente, quienes lo miran como empresario, lo ven como un tema normal, “olvídense del día a día, él sólo toma decisiones puntuales”. Quienes más saben de política y tienen años en la Casa Rosada, lo ven con preocupación, no quieren tener un nuevo De la Rúa, apuestan a que el presidente Macri reaccione, y que su accionar sea un simple error de comienzo de ciclo.

*Director de Revista La Tecla